miércoles, 12 de septiembre de 2012

TODOS PARA UNO, GOLPES PARA TODOS


Todos para uno, golpes para todos (Tutti per uno... botte per tutti)
1973
España/Italia/Alemania
Director: Bruno Corbucci
Reparto: Giancarlo Prete, George Eastman, Eduardo Fajardo, Karin Schubert, Cris Huerta, Leo Anchóriz, Chen Lee, Carlo Rustichelli, Peter Berling, Vittorio Congia, Eleonora Giorgi, Osiride Pevarello, Pietro Tordi, Max Turilli.
Guión: Bruno Corbucci, Tito Carpi, Leonardo Martino, Peter Berling
Fotografía: Rafael Pacheco
Música: Carlo Rustichelli

Coproducción italo-hispano-alemana de 1973 encuadrada dentro del spaghetti western bufo dirigida por Bruno Corbucci, hermano de Sergio Corbucci y prolífico escritor (participó en más de ciento treinta guiones de películas entre los que destacan, dentro de este subgénero, “Django”, “Odio por odio”, “Johnny el vengador” o “El gran silencio”, todas ellas ya comentadas). Mientras que como director cuenta con más de cincuenta películas en su haber entre las que podemos señalar su debut con los dos filmes sobre el detective James Tont, personaje paródico de James Bond interpretado por Lando Buzzanca, la saga de once filmes coescritas por él y Mario Amendola sobre el heterodoxo y extravagante inspector Nico Giraldi al que dio vida Tomas Milian, y algunos largometrajes protagonizados por Terence Hill y/o Bud Spencer (“Como el perro y el gato” de 1983, “Dos superpolicias en Miami” de 1985).

Dentro de este subgénero dirigió tres spaghettis, el paródico “Héroes a la fuerza” (1966) con, de nuevo, Lando Buzzanca, la muy estimable “Dispara, Gringo, dispara” de 1968 que, conocida también como “Stark el Pistolero”, es su mejor aportación al euro western, y la película que nos ocupa.

SINOPSIS: El joven Dart Clotheswater, recién nombrado ranger de Texas, abandona su pueblo situado en Cheese Valley para encontrarse con tres amigos de su padre. En una posada se enterará casualmente de los planes del banquero Riche LeDuque consistentes en hacer llegar ilegalmente una fuerte suma de dinero al dictador mejicano Ortega. A partir de ese momento, junto a sus tres amigos, intentará abortar los planes de Duke apoderándose del oro que transporta camuflado en un carromato de la Cruz Roja la bella Alice Fergusson.


La película pretende ser una adaptación muy libre de la inmortal novela de aventuras escrita por Alejandro Dumas en 1844 “Los tres mosqueteros”. De hecho el título en español hace referencia a la más famosa frase de la novela y, a su vez, lema de los protagonistas; mientras que en inglés se la conoce por “The three musketeers of the West”. No obstante las semejanzas con la novela son escasísimas y casi anecdóticas: el arranque con un rústico y desaliñado protagonista que abandona su pueblo natal (en la obra de Dumas contará con un viejo penco mientras que aquí monta un burro bastante cabezota) para enrolarse en un cuerpo militar (en el filme los rangers de Texas y en la novela los mosqueteros); el nombre de los principales personajes (los ex rangers amigos de su padre se llaman Mac Athos, Aramirez y Portland, mientras que el principal personaje negativo es Richie LeDuque en clara alusión el cardenal Richelieu, aunque en este caso se trata de un banquero con lo que se da a entender que el poder de la iglesia durante el Antiguo Régimen es ostentado ahora por los banqueros, representantes del gran capitalismo en el siglo XIX, capaces de provocar guerras y favorecer la llegada al poder de individuos que les sean proclives), la caracterización de ciertos personajes, así se nos presentan Aramirez y Portland como, respectivamente, un mujeriego y un glotón, mientras que Alice es tan pérfida y malvada como Milady de Winter; y algunas situaciones como el primer encuentro poco amistoso del protagonista con los ex rangers o el intento de hacerse con el oro para evitar que caiga en manos del dictador (una de las partes de la novela se centraba en el desesperado intento de recuperar unos herretes de diamantes que podían poner en una situación muy delicada a la reina e incluso provocar un conflicto diplomático con Gran Bretaña). Pero, en realidad, no nos encontramos con una película de aventuras trasladada al universo del western sino con el típico spaghetti cómico realizado tras el éxito de las dos entregas de Trinidad y que pretende, sin conseguirlo, copiar su fórmula y aprovecharse de su fama. Incluso a lo largo de la película se pueden rastrear algunos guiños a ambas películas como la escena en la que el protagonista come las inevitables judías, aquella en la que Mac Athos demuestra sus habilidades con las cartas al igual que lo hiciese Trinidad, o la presentación del antihéroe como un individuo mujeriego, irresponsable, sucio y algo anárquico.

Además, los guionistas, entre los que se encuentran el propio director, el prolífico Tito Carpi y Peter Berling, autor de la exitosa pentalogía “Los hijos del Grial”, no contentos con mezclar la obra de Dumas con los filmes de Barboni, introducen, siguiendo también otra de las tendencias del spaghetti durante los primeros años de los setenta, elementos del cine de artes marciales con una escena larguísima, rodada por lo que he leído en Taipei, que se desarrolla en un pueblo habitado por chinos expertos en kung-fu, y en la parte final del filme, que se ubica en un Méjico revolucionario controlado por el general-dictador Ortega, otros propios del zapata-western. Incluso la secuencia inicial se puede entender como un homenaje a los musicales norteamericanos y, en concreto, a “Siete novias para siete hermanos” (Stanley Donen, 1954)

El resultado, para mí, es un pastiche cómico basado en un humor pueril, tontorrón y chusco, en el que todo vale y cuya máxima expresión son las larguísimas y aburridísimas peleas, incluida la inicial en la que unos quesos sustituyen a las típicas tartas de las películas mudas o aquella con la que se cierra el largometraje que tiene como protagonistas a los miembros de un circo alemán, que dan lugar a una película tediosa consistente en repetir hasta la saciedad las mismas situaciones, ante las que nada puede hacer una correcta puesta en escena por parte de Corbucci.

Por lo que respecta a la banda sonora de Carlo Rustichelli para mí se eleva un poco por encima del resultado final, siendo llamativo el homenaje al gran Dimitri Tiomkin en la secuencia del pueblo de los chinos en la que se escucha el tema de “Degüello” que orquestó tanto “Río Bravo” como “El Álamo”.

En cuanto a los actores, creo que dado el producto se limitan a estar por ahí y cumplir como buenamente pueden. Como protagonista nos encontramos con Timothy Brent, en realidad Giancarlo Prete, un actor bastante limitado al que ya había visto en la comentada en este blog “Persecución mortal” (Lorenzo Gica Palli, 1971) y en la también humorística e igualmente olvidable “Tedeum” (Enzo G. Castellari, 1972). En el largometraje encarna a un atolondrado Dart al que le gusta citar proverbios, tan escasamente ingeniosos como poco divertidos, del estilo de: “Al aroma del queso de oveja, el ladrón asoma la oreja”, “Si dejas escapar la ocasión, no eres listo sino tontorrón” o “El que no mea en compañía, es un ladrón o un espía”. Dando vida a los tres ex rangers nos encontramos con interpretes habituales de este subgénero como el italiano Luigi Montefiori alias George Eastman, Mac Atos, el español Leo Anchoriz, Aramirez, o el portugués Chris Huerta, una especie de remedo de Bud Spencer especializado en sus últimos spaghettis de corte cómico en personajes glotones y fuertotes que solían acompañar al héroe, como Portland. El principal y único personaje femenino fue encomendado a la alemana Karin Schubert, actriz a la que se la pudo ver en la también reseñeda “Los compañeros” (Sergio Corbucci, 1970), que terminó especializándose tanto en filmes softcore (“Emanuelle negra”, “Emanuelle alrededor del mundo”) como, en los años ochenta, hardcore (“Morbosamente vostra”, “Il vizio nell ventre”, “Orgien der vollust”) y protagonizando varios intentos de suicidio en los noventa. El cupo español se completa con un poco inspirado e histriónico Eduardo Fajardo como Richie LeDuque y con José Canalajes en el papel de un pistolero.

Como curiosidades señalaros que en el intervalo desarrollado en el pueblo chino aparece Chen Lee que protagonizaría ese mismo año la ya reseñada “Mi nombre es Shangai Joe”, una especie de fusión entre western y cine de artes marciales dirigido por Mario Caiano, y que, como haría el propio Dumas en “Veinte años después” y “El vizconde de Bragelonne”, en la escena final se nos anuncia una segunda parte sobre las correrías de los cuatro rangers, aunque no sé si se trataba de una broma o el proyecto no terminó por materializarse ya que no he encontrado información alguna sobre esa posible secuela.

En definitiva creo que estamos ante un disparate de euro western sólo apto para aquellos acérrimos seguidores de este subgénero que quieran comprobar el grado de degradación al que se llegó en el western hecho en Europa.

PUNTUACIÓN:

HISTORIA: 1
AMBIENTACIÓN: 3
DIRECCIÓN: 4
ACTORES: 2
MÚSICA: 5

MEDIA: 3

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Para sesión sabatina de tarde en cine de barrio de los años 70( Tipo Cine San Pol, Plaza de San Pol de mar)

Anónimo dijo...

Treinta años después, en sesión nocturna sabatina del Canal "Somos" de TDT......

Iker dijo...

La vi en el cine del pueblo, tendria 11 anyos, en aquel entonces la consideramos todos una obra maestra.
Despues de ver la peli el domingo a las 17:00 por 50 pts, jugabamos la semana entera a baqueros.
Recordando el refran del que solo mea, he llegado a la entrada.

Anónimo dijo...

yo la vi en el colegio, haca mas de veinte años. todavia me rio al recordarla.