lunes, 30 de enero de 2012

Stewart Granger



Actor de origen británico (Londres 1913-Los Ángeles 1993) nacionalizado estadounidense en 1956, cuyo verdadero nombre era James Lablanch Stewart, por lo que tuvo muy pronto que cambiar su nombre para no coincidir con el de la pujante estrella hollywoodiense, y que se convertiría, gracias sobre todo a su prestancia (era alto, esbelto y elegante) en un icono del cine de aventuras y de capa y espadas durante la década de los cincuenta, llegando a ser considerado el sucesor natural de Errol Flyn. 

Sus primeros pasos en el mundo de la interpretación, tras haber recibido clases en la prestigiosa Webber-Douglas School of Dramatic Art, los dio simultáneamente en el teatro, con obras como “The Cardinal”, “The sun never sets” y “Rebeca” (obra de Daphne du Marier que sería adaptada al cine por Alfred Hitchcock), y el cine (debutó en 1933 con “A Southern Maid”). Pronto se verá encasillado en papeles de galán debido a un sistema de producción (tenía contrato con la productora Gainsborough) excesivamente mimético del norteamericano, hecho que denunció en innumerables ocasiones y le llevó a repudiar esta etapa al no haber podido escoger los papeles a interpretar.

De su primera época destacan filmes como “Perfidia” dirigida en 1943 por Leslie Arliss, con el que volvería a trabajar al año siguiente en “Love Story”, que le emparejó con Margaret Lockwood y James Mason (uno de sus grandes amigos especializado en roles negativos), “Fanny by Gaslight” (1945) de Anthony Asquith en la que volvió a coincidir con Mason, “Waterloo Road” también de 1945 y con John Mills de protagonista, la adaptación de la obra de Bernard Shaw “César y Cleopatra” pareja interpretada por Claude Rains y Vivien Leigh, “La mansión de los Fury” dirigida por Marc Allégret en 1948 y “Adán y ella” (1949) en la que tuvo como pareja a Jean Simmons, actriz con la que se casaría al año siguiente.

Gracias a su popularidad creciente, Hollywood pronto se fijó en él y la Metro Goldwyn Mayer le ofreció el papel del aventurero Allan Quatermain en la exitosa adaptación, realizada en 1950 por Compton Bennet y Andrew Marton, del clásico de aventuras escrito por H. Ridger Haggard “Las minas del rey Salomón” que le emparejó con Deborah Kerr, actriz con la que formaría una estable pareja artística.

A partir de ese momento y durante toda la década de los cincuenta los éxitos se suceden con películas que adaptaban obras intemporales de la literatura juvenil como “Tres soldados” (1951) adaptación de un relato de Rudyard Kipling, realizado por Tay Garnett, con Walter Pidgeon y David Niven; “Scaramouche” (1952) realizada por George Sidney, que también le dirigió junto a Jean Simmons y Deborah Kerr en ”La reina Virgen”, y basada en una novela del tantas veces llevado a la pantalla Rafael Sabatini en la que se debatía entre el amor de Eleanor Parker y el de Janet Leigh; “El prisionero de Zenda” (1952) adaptación dirigida por Richard Thorpe, con el que volvería a trabajar al año siguiente en “Todos los hermanos eran valientes” (otra notable película de aventuras protagonizada por Robert Taylor y Ann Blyth), que le volvió a reunir con Deborah Kerr y James Mason; o “Los contrabandistas del Moonfleet” gran adaptación realizada por Fritz Lang en 1955 de la imperecedera novela escrita por J. Meade Falkner. Películas en las que, además, demostró sus grandes cualidades como espadachín.

También se le pudo ver en otros géneros como el western en la notable “La última caza” dirigida en 1956 por Richard Brooks con Robert Taylor en el papel de un racista cazador de bisontes; el thriller victoriano con la estupenda “Pasos en la niebla” (1955) de Arthur Lubin, de nuevo con su mujer Jean Simmons; y el drama en “Cruce de destinos” realizada en 1956 por George Cuckor, en la que tuvo como coprotagonista a Ava Gardner, con la que volvería a coincidir al año siguiente en la sosa comedia “La cabaña” dirigida por Mark Robson. Esta gran década finalizaría con su participación en la deliciosa comedia dirigida por Henry Hathaway y protagonizada por John Wayne “Alaska, tierra de oro”.

En la década siguiente su popularidad comenzará a eclipsarse, apareciendo en títulos menos importantes realizados tanto en Europa como en los EEUU. De esta época destacan el drama bíblico dirigido en 1962 por Robert Aldrich “Sodoma y Gomorra”, el largometraje bélico “Secreta invasión” (1964) típica producción de Roger Corman que repetía el esquema de “Doce del patíbulo”, la parodia dirigida en 1963 por Sergio Corbucci “El día más corto” en la que tuvo un pequeña papel o la fallida “El último safari” (1967) del casi siempre fiable Hathaway.

Es en esta década en la que se producirá su debut en el western hecho en Europa al protagonizar como Old Surehand tres películas basadas en los libros de Karl May ambientados en el Oeste.


Durante las dos siguientes décadas apenas se le pudo ver en la gran pantalla (destaca una breve aparición en “Patos salvajes”, film bélico dirigido en 1978 por Andrew Victor McLaglen con Richard Burton, Richard Harris y Roger Moore), siendo más frecuentes sus apariciones en televisión (entre otras, se le pudo ver de 1970 a 1971 en veinticuatro episodios de “El Virginiano”).


Filmografía "Eurowestern":


1964.- “Los buitres”.
1965.- “El asalto de los apaches”.
1965.- “Justiciero de Kansas”.

miércoles, 25 de enero de 2012

lunes, 23 de enero de 2012

AGÁCHATE MALDITO



AGACHATE,MALDITO (GIU LA TESTA)
España/Italia
1972
Director: Sergio Leone
Reparto: James Coburn, Rod Steiger, Romolo Valli, Maria Monti, Rik Battaglia, Franco Graziosi, Antoine Saint-John, Vivienne Chandler, John Frederick, Aldo Sambrell., Conrado San Martín.
Argumento : Sergio Leone, Sergio Donati, Luciano Vincenzoni.
Director de Fotografía : Giuseppe Ruzzolini
Música : Ennio Morricone


Coproducción italo-española de 1972 realizada por Sergio Leone que junto a “Hasta que llegó su hora” (“Érase una vez en el Oeste” en el original) de 1968 y “Érase una vez en América”, filmada en 1984, conforma una especie de trilogía (de hecho la película en principio se iba a titular “Érase una vez la revolución”) tras la exitosa del Dólar que a mí me parece superior, no sólo porque la primera y tercera películas de esta trilogía creo que son las mejores rodadas por el director romano, sino porque en su conjunto las historias me parecen mucho más ambiciosas y los personajes más complejos. Así, si en la primera trilogía nos narraba sucesivamente la historia de un pistolero sin escrúpulos que buscaba el beneficio propio, en la segunda la alianza de dos pistoleros para acabar, por diversos motivos como la venganza y el cobro de la recompensa, con un grupo de forajidos y en la tercera la búsqueda de un tesoro escondido por tres individuos poco fiables; en esta nueva trilogía, con un marcado tono crepuscular, nos va a relatar el fin de una forma de vida. De esta forma, en “Hasta que llegó su hora” desarrolla el tema de la transformación del Oeste a través de la construcción del ferrocarril y, con él, la llegada de la civilización y el fin de la vida de los pistoleros basada en la rapidez con sus revólveres; en ésta el final de una forma de vida basada en la aventura representada en el revolucionario romántico, interpretado por James Coburn, envuelto en una revolución que nada tiene de romanticismo sino que como se indica en una cita de Mao Tse-tung al principio de la película “Es un acto de violencia”; y en “Érase una vez en América” el fin del gangsterismo clásico que tuvo su mayor apogeo en los años de la ley seca, con unos gángsteres que o se amoldaban a los nuevos tiempos y a las nuevas estructuras de poder e influencia o perecían. Es decir, todos los protagonistas de esta segunda trilogía están condenados a su desaparición al extinguirse el mundo que hasta entonces habían habitado. 


Además frente a los personajes más esquemáticos de la primera trilogía con un Clint Eastwood tan sólo preocupado por sus ganancias en la seminal “Por un puñado de dólares” aunque al final mostrará su lado más altruista al salvar al personaje encarnado por Marianne Koch; un Lee Van Cleef del que sólo conocemos su deseo por vengar el asesinato de su hija a manos del Indio y que se alía con el típico cazador de recompensas, interpretado por Eastwood, del que tampoco tenemos información y con el que tan sólo establecerá una relación de mutuo respeto en ”La muerte tenía un precio”; y en “El bueno, el feo y el malo” unos Eastwood y Wallach poco fiables que continuamente se están engañando, junto con un Van Cleef que es la encarnación de la maldad; creo que los personajes de esta nueva trilogía son más ricos y presentan más aristas, además de contar con más información sobre los mismos y ser más complejas las relaciones entre ellos. Así incluso un asesino tan frío como Frank deja entrever su lado más humano en la escena de cama con Claudia Cardinale e, incluso, la inseguridad, dada su edad, respecto a su futuro, por lo que busca desesperadamente obtener la cantidad suficiente de dinero para establecerse como un “hombre honrado”; o en la película que nos ocupa del personaje de Sean, el revolucionario interpretado por Coburn, conoceremos su doloroso pasado que ha determinado su presente y ha forjado su carácter.


Por último en la segunda trilogía cobran gran importancia dos temas tratados bajo un prisma pesimista: el amor y la amistad. Así el amor es arrebatado violentamente a los protagonistas (el asesinato por parte de Frank de la nueva familia de Jill en “Hasta que llegó su hora”) o es concebido como algo imposible o inalcanzable (Cheyenne con respecto a Jill en “Hasta que llegó su hora” y, sobre todo, Noodles en relación con Deborah en “Érase una vez en América”). Mientras que la amistad es un sentimiento en la mayoría de los casos traicionado (en “Érase una vez en América” Max no sólo traiciona a sus amigos sino que prácticamente le roba la vida a Noodles; mientras que en esta película le ocurrirá algo parecido a Sean, ya que la traición de su amigo le supondrá el exilio, es decir el desarraigo, y el fin de su forma de vida, incluida la pérdida de su amor).



SINOPSIS: Méjico 1913. Juan Miranda, un bandido mejicano, tras conocer casualmente a Sean Mallory, un experto artificiero irlandés contratado para encontrar minas de plata, le propondrá atracar el banco de Mesa Verde. Pero aunque el robo es un éxito, el resultado del mismo distará mucho del esperado ya que en la actualidad es una cárcel utilizada por el ejército de Huertas, por lo que el asalto convertirá a Juan en un inesperado líder revolucionario al haber liberado a los presos confinados en ella.


Película en la que Leone nos muestra su visión sobre la revolución mejicana alejada del idealismo y romanticismo mostrados en otros filmes, de ahí la importancia de la cita de Mao Tse-tung al inicio de la película. De esta manera, la revolución, según Leone, surge de la necesidad y el hambre y no es nada más que violencia, crueldad, traición y muerte revestida de grandes ideales, como expone, en una gran escena, un lúcido Juan a Sean, mientras este último lee un libro de Bakunin que posteriormente arrojará al barro, al señalar que los poderosos (“los que saben leer”) utilizan a los pobres (“los que no saben leer”) que son los que ponen los muertos mientras ellos comen y discuten tranquilamente alrededor de una mesa; escena que comenzaba con un clarificador por parte de Juan “Mi patria somos yo y mis hijos”. Por tanto, es la película con una mayor carga política de las rodadas por el director romano, en la que en primer lugar criticará la situación de miseria del campesinado mejicano en una de las escenas iniciales en la que vemos cómo representantes del clero y de la alta burguesía menosprecian a Juan comparándole con una bestia, incluso uno de ellos llega a decir “¿Han visto ustedes? Hasta entiende. Sólo le falta hablar”, para posteriormente mostrar de qué forma los intelectuales, encarnados en el médico delator, utilizan la miseria y desesperación de éstos convirtiéndoles en carne de cañón. De hecho históricamente la acción se desarrolla tras el éxito revolucionario que llevó a la presidencia a Madero, para, tras la traición del general Huerta, volver a la situación de explotación anterior, por lo que todo el sufrimiento padecido por el campesinado mejicano no sirvió prácticamente para nada, como expresa al inicio de la película, mientras se atiborra a comida, un irónico miembro del clero cuando señala que “Vamos, vamos. Hasta los peones en el fondo tienen sus justos derechos, al fin y al cabo han ganado una revolución”.



El guión, obra del propio Leone junto a Sergio Donati y Luciano Vicenzoni, dos habituales en sus películas, estructura la historia en dos partes con tonos totalmente diferentes, perfectamente ensambladas a partir del enfrentamiento en el puente. Así tenemos una primera parte, hasta el mencionado enfrentamiento, con un tono más ligero y predominio de la comedia en la que se nos presenta a los protagonistas y asistimos al inicio de su amistad; mientras que en una segunda parte, para mí la mejor, el tono empleado es mucho más oscuro, grave y dramático y en ella comprobaremos como los dos personajes principales, una vez inmersos en el proceso revolucionario, lo perderán prácticamente todo. De ahí el amargo, desesperanzado, patético y estupendo final en el que Juan se pregunta “Y ¿Qué pasa conmigo ahora?”, porque ha perdido todas sus referencias, todo su mundo.


Película, por tanto, muy ambiciosa por parte de Leone para la que contó con un elevado presupuesto y que formalmente me parece una maravilla, con esa estética sucia e impronta visual tan propia de él; así como por la forma en que utiliza la maravillosa, variada y muy apropiada (con temas que van desde los marcadamente cómicos a los épicos y líricos) banda sonora compuesta por el gran Ennio Morricone.

 En cuanto a los aspectos positivos, creo que hay que hacer mención a otro de los elementos sobre los que se sustenta el filme, la gran actuación de los dos interpretes principales. Rod Steiger, un actor por el que no siento especial simpatía, creo que está extraordinario como Juan (junto a “En el calor de la noche” es una de las mejores veces que le he visto) haciendo creíble a un personaje con el que podría haber caído fácilmente en la sobreactuación y al que dota de una gran hondura; un iletrado Juan Miranda que entroncaría con los protagonistas de los dos primeros filmes de Corbucci ambientados en la revolución mejicana, ya que como Paco Román de “Salario para matar” en un primer momento intentará valerse del caos para enriquecerse, mientras que como el Vasco de “Los compañeros” se convertirá por casualidad en un líder revolucionario. Por otra parte, James Coburn está simplemente magnífico como Sean, el solitario, bebedor y, en principio, cínico irlandés, torturado por un pasado trágico que le ha marcado profundamente, pero que en el fondo sigue siendo el mismo romántico e idealista que se enroló en las filas del IRA. 


Pero a pesar de todos estos aspectos positivos creo que no se puede afirmar que la película sea redonda. En primer lugar porque se hace más evidente la tendencia de Leone a hipertrofiar sus filmes; tendencia que se inició con “El bueno, el feo y el malo”, continuó con el resto de sus películas y que en ésta es más clara, tanto con planos mantenidos hasta la exasperación, como con escenas que creo no aportan nada al desarrollo de la película y la alargan sin necesidad, por ejemplo la del encuentro en el tren de Juan con el doctor. Por otra parte creo que el filme presenta en algunos momentos problemas de continuidad narrativa con escenas que se suceden sin ningún tipo de ilación, como en la que vemos a Sean borracho y con la ayuda de Juan hacer volar la torre de un campanario, en donde parece que faltase alguna secuencia explicándonos cómo llegaron allí, o aquella, por otra parte magnífica por su dramatismo, en la que Juan y Sean contemplan los cadáveres de todos sus compañeros, incluidos los hijos de Juan, que sin tener más información sucede a la del ataque en el puente, para, a continuación, contemplar a Sean viendo a sus compañeros fusilados que han sido delatados por el doctor . El problema no sé si se deberá a un montaje caótico y descuidado, a la incapacidad narrativa del propio Leone con una mala utilización de la elipsis, posibilidad que no creo, o a que la versión que he visto, con ciento cincuenta minutos de duración, no sea la original y haya sufrido algunos cortes (quizás lo más probable).



Comentaros que tengo el DVD puesto a la venta por Wild West que, con una duración de 150 minutos a pesar de que en la carátula pone 157, respeta el formato original y cuenta con una buena imagen, salvo alguna escena nocturna en la que el cielo se ve un poco pixelado, y un aceptable sonido; pero no tiene ningún extra. 


En definitiva, a pesar de sus defectos y de haber sido generalmente infravalorada, me ha parecido un gran largometraje, tanto por sus propios valores como por su coherencia con respecto a la filmografía de Sergio Leone y de su trilogía conocida popularmente como “Once upon a time”, por lo que creo debería ser una película a reivindicar.

PUNTUACIÓN: 

HISTORIA: 8 
AMBIENTACIÓN: 9 
DIRECCIÓN: 7
ACTORES: 9 
MÚSICA: 8

MEDIA: 8,2


Reseña adicional

jueves, 19 de enero de 2012

"Los españoles del western", premiado.

Los españoles del western, de Juan Gabriel García (editorial Círculo Rojo) ha sido distinguido como Mejor Libro de Cine de 2011 en los Premios ASECAN (Asociación de Escritores Cinematográficos de Andalucía). Competía en esta categoría con los libros La violencia machista en el cine (Trinidad Núñez y Yolanda Troyano Coord.) y Tod Browning, de José Manuel Serrano Cueto. Los Premios ASECAN 2012 se entregarán el próximo 4 de febrero en la sede en Córdoba de la Filmoteca de Andalucía.

ASECAN apunta que “Juan Gabriel García (Almería, 1979) plantea su libro Los españoles del western como un homenaje y una reivindicación de los directores, los intérpretes, los técnicos y los paisajes españoles vinculados con este género tan cinematográfico y tan ligado además a la geografía almeriense. El autor, que a pesar de su juventud tiene una amplia experiencia como periodista, crítico e investigador cinematográfico, recoge en este libro una serie de entrevistas con personajes de todos los ámbitos del cine, como por ejemplo los actores Álvaro de Luna y Pilar Velázquez, los directores Joaquín Luis Romero Marchent y Eugenio Martín y el productor José Frade”.

Los españoles del western se presentó en la edición de 2010 del Festival Internacional ‘Almería en corto’. En este trabajo, con prólogo del cineasta Enzo G. Castellari, Juan Gabriel García mantiene una serie de entrevistas con veintiún hombres y mujeres de cine que, a través de una amena y apasionada conversación, abren su corazón para recordar su oficio y otros muchos aspectos sobre sus experiencias en el séptimo arte.

La relación de personajes entrevistados en este libro la integran dos directores, Joaquín Luis Romero Marchent y Eugenio Martín; un productor, José Frade; un director de producción, José Salcedo; una script, Margarita Pardo; dos directores artísticos, José Luis Galicia y Gumersindo Andrés (también diseñador de vestuario); un ambientador, Julián Mateos; un operador de cámara, Ricardo García Navarrete; un especialista, Miguel Pedregosa; un responsable de efectos especiales, Juan Ramón Molina; un montador, Alfonso Santacana; un maquetista, Emilio Ruiz; un extra, José Galera Balazote, más conocido como Pepe ‘El Habichuela’, y siete actores: María Silva, Aldo Sambrell, Álvaro de Luna, Eduardo Fajardo, José Sancho, Simón Andreu y Pilar Velázquez.

Juan Gabriel García explica que “este reconocimiento constata la reivindicación por parte de la crítica y los investigadores de la importancia del western europeo en el ámbito social y cultural de este género cinematográfico que popularizó Almería en todo el mundo. Este libro homenajea a todos aquellos que nos hicieron ver y soñar que el salvaje Oeste no se encontraba tan lejos de nuestra casa”.

martes, 17 de enero de 2012

Rod Cameron



Actor canadiense (Alberta 1910-Georgia 1983) cuyo verdadero nombre era Nathan Roderick Cox que, a pesar de verse encasillado por lo general en filmes de serie b, gozó de gran popularidad durante casi tres décadas (40, 50 y 60) y cuenta con una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood.

De complexión robusta, gran altura (medía casi dos metros) y rasgos duros comenzó en el cine doblando a estrellas como Fred McMurray o Buck Jones en las escenas arriesgadas.

Su primera aparición en un largometraje importante tuvo lugar en 1940 con “Policía Montada del Canadá” filme dirigido por Cecil B. De Mille e interpretado en los principales personajes por Gary Cooper y Paullette Goddard.

Contratado por la Paramount Pictures, y a pesar de que rodó interesantes cintas de otros géneros como las bélicas “Wake island” y “Comandos” ambas dirigidas en 1942 por John Farrow , el filme dirigido ese mismo año por George Sherman “Corazones en llamas” con Fred McMurray, Paullette Goddard y Susan Hayward o sus interpretaciones protagónicas como el agente Rex Bennett en dos largometrajes dirigidos por Gordon Spencer Bennet, su imponente físico quedaría definitivamente asociado a los westerns de bajo presupuesto que rodó tanto para la mencionada compañía como para otras menores, sobre todo la Republic o Monogram, bajo la dirección de reputados artesanos como Lesley Selander, Edward Luwig o Joseph Kane y entre los que destacan “La dama de la frontera” (1945) junto a Yvonne de Carlo, con la que había trabajado en dos ocasiones, entre ellas “Salomé, la embrujadora”, “Piratas de Monterrey” (1947) que le emparejó con María Montez, “Dakota Lil” (1950) protagonizada por George Montgomery, otro habitual de la serie b, con el que también había trabajado en “La hija de Belle Starr”, “Senderos de violencia” (1955) junto a John Payne, “El gavilán pistolero” (1963) con el también recurrente en westerns de bajo presupuesto Rory Calhoun, y la injustamente olvidada “Quinientos dólares vivo o muerto” (1965) con el eterno malvado Dan Duryea como un cazador de recompensas y un numeroso grupo de antiguas estrellas del western como Buster Crabbe, Richard Arlen, Bob Steele e, incluso, Bronco Billy.

En 1964 protagoniza su primer western hecho en Europa, “La pistolas no discuten” filme apegado a los cánones clásicos del género en el que dio vida al inmaculado sheriff Pat Garret, para en años sucesivos protagonizar otros dos euro westerns.

Paralelamente desarrolló una fructífera carrera de televisión, no sólo como actor invitado en series de tanto renombre como “Laramie”, “Bonanza”, “Perry Mason” o “El Virginiano” sino como actor principal en tres de ellas de gran éxito que le dieron una enorme popularidad: “City detective” en la que apareció como el teniente Bart Grant en sesenta y un episodios entre 1953 y 1955,”State Trooper” en la que encarnó en ciento cuatro episodios entre 1956 y 1959 al teniente Rod Blake y “Coronado 9” con treinta y nueve episodios emitidos de 1959 a 1961.

Su última aparición delante de una cámara tuvo lugar en 1978 para un episodio de la serie de televisión “Proyecto UFO: Investigación OVNI”.

Como curiosidad señalaros que volvió a interpretar en 1971 al sheriff Pat Garret en el largometraje dirigido por Dennis Hooper “La última película”.

Filmografía SW:

1964.- “Las pistolas no discuten”.
1964.- “El sendero del odio”.
1966.- “Hombres desesperados”.

viernes, 13 de enero de 2012

WINCHESTER BILL


Winchester Bill (Voltati... ti uccido)
1967
España/Italia
Director: Alfonso Brescia
Reparto: Richard Wyler, Fernando Sancho, Eleonora Bianchi, Conrado San Martín, Lucio Rosato, Ric Burton Jr., Luis Induni, Franco Pesce, Massimo Righi, Spartaco Conversi, Ruffino Ingles, Rafael Hernandez, Richard Burton.
Guión: Maria del Carmen Martinez Roman, Renato Poselli
Fotografía: Alfonso Nieva
Música: General Music of Rome

Coproducción italo-española de 1967 filmada, bajo su seudónimo habitual de Al Bradley, por el italiano Alfonso Brescia, guionista y director que comenzó a mediados de los años sesenta con las típicas películas de sandalias y espadas tan en boga en ese momento y presenta una amplia filmografía aunque de escasa relevancia, con filmes de limitado presupuesto y en muchos casos dentro de los que se denomina cine de explotación, como sus conocidas películas de ciencia ficción (“Battaglie negli spazi stellari”, “Anno zero. Gerra nello spazio” y “La guerra de los robots”) realizadas en tiempo record (se estrenaron entre 1977 y 1978) con el objeto de explotar el éxito del filme de George Lucas “La guerra de las galaxias” (1977).

Dentro del spaghetti western se ocupó de la dirección de siete largometrajes como “Killer calibre 32” (película comentada en este blog) un intento de conjugar la típica película de detectives con el western protagonizada por el recurrente Peter Lee Lawrence y tan prescindible como el filme que nos ocupa, “Il giorno Della violenza” otra vez protagonizada por Peter Lee o los dos filmes de aventuras basados ligeramente en novelas de Jack London y desarrollados en Canadá “La spaconatta” (1974) y “Zanna Bianca e il cacciatore solitario” (1975) ambos con la pareja Robert Woods e Ignazio Spalla como protagonistas.

SINOPSIS: Sam es el propietario de una mina de oro que sufre los desmanes del Bicho y su banda de bandoleros mejicanos contratados por Ted Shaw, un magnate ambicioso y sin escrúpulos, que pretende adueñarse de todas las minas de la región. Pero todo cambiará con la llegada de Billy Walsh, un famoso pistolero apodado “Winchester Bill”, que se posicionará a favor de Sam, protegiéndole de los ataques del Bicho. 

La película es un subproducto nacido bajo la sombra del éxito de los westerns hechos en Europa, con clara vocación de servir de relleno en las programaciones dobles y con evidentes carencias presupuestarias, hecho que va a afectar al filme no sólo en la labor de ambientación sino también en su credibilidad. Pero aún siendo notorias las limitaciones presupuestarias, creo que es más grave la falta de ideas existente en el guión firmado por María del Carmen Martínez Román (escritora con bastante experiencia en este subgénero ya que intervino, entre otros, en los libretos de las interesantes “Oro maldito” y “Réquiem para el gringo”, además de convertirse a partir de 1970 en una habitual en el cine del madrileño José Luis Merino). Así nos encontramos con un libreto que apenas desarrolla la historia y, ante la escasez de propuestas, recurre constantemente a las consabidas peleas, por lo que el spaghetti se hace tremendamente aburrido y repetitivo; además de contar con una historia de amor tópica y poco creíble, un plan urdido por Winchester Bill consistente en enfrentar a Ted con el Bicho tan simple que provoca el sonrojo o escenas poco verosímiles como aquella en la que Ted y el sheriff en plena calle, en donde les puede oír todo el mundo, se ponen a conversar sobre sus pérfidos planes. Incluso cuenta con un inesperado giro final en el que se revela la verdadera identidad de varios personajes cuya resolución, que no os cuento, sólo me provocó la risa. 

Al inconsistente guión hay que añadir la descuidada y precipitada labor de dirección de Alfonso Brescia con planos que no casan y con una continua y cansina obsesión por mostrarnos en un primerísimo plano los ojos del protagonista. Además falla estrepitosamente en las abundantes escenas de peleas que están muy mal coreografiadas y, sobre todo, en el que debía de ser el espectacular enfrentamiento final a tres bandas entre los hombres de Ted, del Bicho y de Bill con una dirección confusa que lo convierte en un “totum revolutum”, en el que, incluso, llegué a contar tres veces la misma acción consistente en ver cómo un individuo lanzaba dinamita a unos pistoleros a caballo situados a comienzos de la calle principal. 

Por si fuera poco, y no sé si debido a la falta de presupuesto, resulta que la banda sonora corresponde a otros spaghettis (en los títulos de crédito nada se dice sobre el autor). Así se “tomó prestado” el estupendo tema principal compuesto por el maestro Antón García Abril para, la ya comentada en este blog, “Adiós Texas” aunque en una versión instrumental y no en la cantada por Don Powell. También escuché otros dos temas, uno muy mal insertado en la trama, que igualmente me resultaron familiares pero no he podido identificar su origen.

Para interpretar a Winchester Bill se escogió al soso y poco expresivo actor británico Richard Wyler que, tras un aceptable debut en el que su estilo hierático casaba perfectamente con el más expansivo de Tomás Milian en “El precio de un hombre”, no protagonizaría ningún spaghetti reseñable. En este caso da vida, con sus limitados recursos interpretativos, a un famoso y enigmático pistolero que de forma poco creíble se pasea por todas partes sin revólveres, como invitando a cualquiera a que le mate. Junto a él dos veteranos que poco pueden hacer por salvar la función: Conrado San Martín dando vida al ambicioso Ted, representante del capitalismo más salvaje ya que no sólo quiere adueñarse de todas las minas, sino que, al establecer una especie de monopolio, pretende pagar salarios de miseria a sus trabajadores; y Fernando Sancho, de lo poco salvable de la película, en el sempiterno papel de bandido mejicano con incontinencia verbal como “El Bicho”, el poco fiable y algo ingenuo aliado de Ted. En papeles secundarios nos encontramos al habitual de este subgénero Spartaco Conversi como Sam, personaje que nos dará una sorpresa sobre su verdadera identidad al final; Eleonora Bianchi, en su último papel para el cine, como la voluble hija de Sam a la que no hay quien entienda, ya que pasa en una misma escena de tratar a Bill con desprecio a cuidar de sus heridas solícitamente, para en la siguiente, y sin saber las razones, estar locamente enamorada de él,y finalizar la película con su antiguo pretendiente; y Luis Induni en su típico papel de sheriff, en este caso una marioneta de Ted.

En definitiva un pobre, tópico y, sobre todo, aburrido spaghetti que no aporta nada al género, por lo que su visión creo que es sólo recomendable para los incondicionales del mismo.


PUNTUACIÓN: 

HISTORIA: 3

AMBIENTACIÓN: 3
DIRECCIÓN: 3
ACTORES: 4
MÚSICA: 1

MEDIA: 2,8

jueves, 5 de enero de 2012

miércoles, 4 de enero de 2012

José Nieto


Actor español (Murcia 1902-Huelva 1982), cuyo verdadero nombre era José García Nieto, que desarrolló una brillante y prolífica carrera cinematográfica, habiendo intervenido en más de ciento cincuenta películas y episodios para televisión.

Tras desempeñar varios trabajos (botones en una compañía de seguros, novillero, caballista, etc) se decantará por la interpretación, comenzando a dar sus primeros pasos en el teatro en donde fue descubierto por Florián Rey, quien le proporcionó un papel en la adaptación a la pantalla grande del clásico de la novela picaresca española “El Lazarillo de Tormes” (1925).

De esta época destacan sus interpretaciones en “Gigantes y cabezudos“(1926) también de Florián Rey o “La condesa María” dirigida en 1928 por Benito Perojo.

Con el comienzo de la nueva década y la llegada del cine sonoro, es contratado por la Paramount para hacer, junto a su amigo José Crespo, adaptaciones al español de éxitos rodados en inglés. El contrato con la todopoderosa compañía lo prolongaría durante unos años como actor de doblaje una vez que se perfeccionó este sistema.

Tras la guerra civil vuelve a España y se convierte durante las décadas de los cuarenta y cincuenta en uno de los grandes galanes del cine español, generalmente interpretando héroes militares, aunque no desdeñó los papeles de villano. Así se le pudo ver en películas de marcado carácter propagandístico como “Escuadrilla” (1941) que dirigida por Antonio Román le emparejó con Alfredo Mayo, otro de los grandes galanes de la época;“Raza” (1942) dirigida por Saenz de Heredia y con guión del mismísimo Francisco Franco bajo el seudónimo de Jaime de Andrade, en la que volvió a coincidir con Alfredo Mayo; la modélica película de aventuras “Los últimos de Filipinas” (1945) realizada por Antonio Román en la que compartía protagonismo con Armando Calvo; o “El tambor del Bruch” (1948) de Ignacio F. Iquino con Ana Mariscal. También participó en películas religiosas entre las que cabe señalar “La señora de Fátima” (1951) de Rafael Gil y, sobre todo, “Marcelino pan y vino” (1954) un gran éxito debido a Ladislao Vajda; además de aparecer en dramas de la calidad de “Alba de sangre” (1948) de Rafael Gil, que le emparejó con la gran diva mejicana María Félix, el estupendo filme desmitificador de la figura del bandolero “Carne de horca (1953) de Ladislao Vajda con Rossano Brazzi y Emma Penella, o la adaptación de la novela de Blasco Ibáñez realizada por Juan de Orduña “Cañas y barro” (1954).

A mediados de los cincuenta y durante la siguiente década, gracias a su perfecto inglés y a sus habilidades como jinete, se convertirá en una presencia habitual de las producciones rodadas por los estadounidenses en España, lo que le permitió trabajar con grandes directores internacionales y con gran parte de las más importantes estrellas de la época. En estas superproducciones tendría pequeños papeles pero muy bien retribuidos pudiéndosele ver en filmes tan conocidos como son ”La princesa de Éboli” (Terence Young, 1955) con Olivia de Havilland y Gilbert Roland, “Alejandro el Magno” (Robert Rossen, 1956) con Richard Burton y Frederich March, “Orgullo y pasión” (Stanley Kramer, 1957) que, ambientada en la Guerra de la Independencia, estuvo protagonizada por Cary Grant, Sofía Loren y Frank Sinatra, “Salomón y la reina de Saba” (King Vidor, 1959) interpretada por Gina Lollobrigida y Yul Brynner, sustituto a última hora de Tyrone Power que había muerto de un ataque al corazón, la adaptación de la vida de Jesús, realizada por Nicholas Ray en 1961, “Rey de reyes”, director con el que repetiría en la magnífica “55 días en Pekín” (1963) con Charlton Heston, David Niven y Ava Gardner, la epopeya romántica “Doctor Zhivago” (David Lean, 1965) o la excelente película de Orson Welles “Campanadas a medianoche” (1965).

Durante la década de los sesenta también se le vio en las típicas coproducciones europeas originadas por el auge del cine de género, entre las que se encuentran los euro western; así tras participar en “Tierra brutal” (1961), el primer western rodado en España, su nombre formaría parte de los títulos de crédito de otros once westerns hechos en Europa.

Con la siguiente década y al haber cambiado los gustos del público comienza su decadencia y, aunque no le faltó trabajo, los títulos en los que intervino carecen de relevancia dentro de su filmografía, salvo honrosas excepciones como “El jardín de las delicias” dirigida en 1970 por Carlos Saura, el estupendo thriller de Isasi-Isasmendi “Un verano para matar” (1973) junto a Karl Malden, “Hay que matar a B.” (1975) de José Luis Boreau con Darren McGavin, Stèphane Audran y Patricia Neal y “El huerto del francés” (1978) dirigida e interpretada por Paul Naschy.

José Nieto se despedía de la pantalla grande, tras más de cincuenta años, en 1980 con “Hijos de papa”, una olvidable comedia que no hace justicia ni a su talento ni a su curriculum.



Filmografía SW

1961.- “Tierra brutal”.

1964.- “El hombre del valle maldito”.
1964.- “Los rurales de Texas”.
1965.- "El proscrito del río Colorado"
1966.- “Kid Rodelo”.
1966.- “Pampa salvaje”.
1967.- “Los despiadados”.
1971.- “El bandido Malpelo”.
1971.- “El sol bajo la tierra”.
1971.- “El oro de nadie”.
1972.- “Una cuerda al amanecer”.
1973.- “Caballos salvajes”.