miércoles, 28 de diciembre de 2011

Encuentran un negativo escondido de un western de Leone

(Noticia extraida de la web "Sergio Leone Web Boarder").
¿Que puede valer un nuevo western de Leone?
Imposible de saber.
Pues hará como unos meses, un par de italianos encontraron en unos archivos olvidados de Cineccita un negativo, que parece ser que contiene lo que parece ser unos 40 minutos de metraje de un western, rodado en la epoca del spaghetti. Dicho material está sin sonido ni montado, es solo lo rodado.
Pero la noticia saltó cuando, al mirar en los archivos, encontraron el nombre de la película durante el rodaje (que no se sabe cual es), y al lado, el nombre del director; Sergio Leone.
Como es normal, se sabe realmente poco del asunto, ya que el secretismo en Italia sobre el asunto es total, pero la verdad es que sería una gozada poder ver algo de lo rodado por el maestro en "bruto".
Estaremos atentos a la noticia.

jueves, 22 de diciembre de 2011

Nominación "Los españoles en el western"

El libro "Los españoles en el western", de Juan Grabiel García Cantón ha recibido una nominación para la categoría de Mejor Libro de Cine de los Premios ASECAN 2012.
Le deseamos que logre ganar el premio.

miércoles, 21 de diciembre de 2011

PECOS Y EL TESORO DE MOCTEZUMA


Pecos y el tesoro de Moctezuma (Pecos è qui: prega e muori )
1967
Italia
Director: Maurizio Lucidi
Reparto: Robert Woods, Luciana Gilli, Enrico Crisa, Ignazio Spalla, Umberto Raho, Piero Vida, Carlo Gaddi, Brigitte Wentzel, Fred Coplan, Luigi Casellato, Poldo Bendandi, Mirella Panfili, Simon Lafitte, Giuseppe Castellano, Elio Angelucci, Fred Coplan, Mauro Mannatrizio, Gino Barbacane, Osiride Peverello
Guión: Fernando di Leo, Adriano Bolzoni, Augusto Caminito
Fotografía: Franco VillaMúsica: Coriolano Gori


Segunda entrega de las andanzas del pistolero mejicano Pecos Martínez filmada tan sólo unos meses después de la estimable “Mi nombre es Pecos” prácticamente por el mismo equipo: el actor principal (Robert Woods), el director (Maurizio Lucidi), el director de fotografía (Franco Villa), Adriano Bolzoni como guionista, al que se sumaron otros dos escritores habituales de este subgénero como son Augusto Caminito (“Los largos días de la venganza”, “El último pistolero”, “Los profesionales del oro”) y Fernando Di Leo (“El retorno de Ringo”, “Joe el implacable”, “Los profesionales del oro”), por lo que se hacen aún más llamativas las grandes diferencias que presenta con el filme original, quedando como únicos nexos de unión entre una y otra el personaje de Pecos, un pistolero, tan rápido como letal con sus colts, de nacionalidad mejicana pero con la mayoría de los atributos del antihéroe propio de este subgénero que, en esta ocasión, se mostrará menos taciturno y más expansivo; y algún guiño a la primera película como cuando se presenta, a lo James Bond, con la frase “Mi nombre es Pecos” o la manera que tiene de acabar con “El Supremo”. Por lo demás, si con la primera nos encontramos con un spaghetti western oscuro, grave y muy violento que gravitaba en torno al tema de la venganza, en esta ocasión asistimos a la típica película de aventuras, más ligera, con ciertos toques de humor generalmente protagonizados por los tres músicos (la presentación de éstos -Pepe, Paco y Pinto- me recordó a los personajes de la película de Walt Disney rodada en 1944 “Los tres caballeros”) y cuyo tema principal es la búsqueda por un grupo de aventureros de un tesoro escondido en la selva mejicana.

SINOPSIS: Antes de morir, el malherido sobreviviente de una masacre perpetrada por los hombres de “El Supremo” (un megalómano asesino que se declara descendiente de Moctezuma y pretende conquistar Méjico) entrega a tres músicos mejicanos el plano de un tesoro. Éstos, junto con el pistolero Pecos al que conocieron en una cantina, marcharán a Texcoco (antigua ciudad del imperio azteca), lugar controlado por “El Supremo” y sus forajidos, en busca del tesoro. La aventura no ha hecho más que comenzar.


Extravagante propuesta basada en la famosa leyenda del tesoro de Moctezuma (algunas fuentes sostienen que permanece todavía enterrado, mientras otras afirman que gran parte del mismo fue saqueado por los conquistadores y perdido en la famosa Noche Triste) que no sólo palidece en comparación con el primer largometraje protagonizado por Pecos al mostrarse, para mí, muy inferior, sino que como filme independiente tampoco funciona debido las carencias mostradas por el guión, la dirección y la ambientación.

Así nos encontramos con un guión decepcionante por proceder de escritores con interesantes libretos en su haber y, sobre todo, delirante, en el que todo vale, desde una banda de forajidos que son la ingenuidad personificada y se dejan engañar fácilmente por nuestro antihéroe hasta la existencia de personajes que no aportan nada a la trama pero están ahí para dar un poco de color, pasando por situaciones absurdas como el hecho de que los pistoleros asesinen a los enviados para efectuar el canje de las mujeres que retienen como rehenes, que el dichoso tesoro se encuentre en la misma pirámide habitada por los bandoleros sin que éstos, que llevan tiempo buscándolo, se hallan dado cuenta o que sea muy secreta su ubicación pero una especie de ermitaño, casualmente gran amigo de Pecos, le indique a éste el lugar exacto en donde se encuentra.

Como aspectos positivos, muy pocos, del guión creo que hay que citar alguna frase afortunada, como la de Pecos en relación con el tesoro, todo un axioma, al señalar que “El dinero es creación del diablo. Por eso hizo las monedas redondas, para que rodarán y la gente tuviera que correr tras ellas”; o la acertada identificación de cada uno de los tres lugartenientes del Supremo con un pecado capital; así, Dago representa la gula, Frenchy personifica la lujuria y Rayo encarna la avaricia; mientras que en “El Supremo” predominan la soberbia y la ira. De esta forma el guión hunde sus raíces en la moral católica.

En cuanto a la dirección por parte de Murizio Lucidi no puede ser más rutinaria y frente al primer filme caracterizada por la preocupación en la planificación de las escenas, así como por su concisión y agilidad, aquí nos encontramos con una dirección más vulgar y con escenas y situaciones de relleno que, tras un correcto comienzo, ralentizan la acción, dando lugar a un filme disparatado y aburrido, en el que además no se les saca ningún partido a los escenarios naturales en donde se desarrolla la acción.

Por último, el tercer elemento que falla estrepitosamente es la ambientación debido fundamentalmente a la escasez presupuestaria, lo que, a diferencia de la primera película en la que se logró solucionar el problema centrando la acción en el pueblo, incide negativamente en la credibilidad de este largometraje que necesariamente requiere más escenarios y dinero. Así, por ejemplo, “El Diablo” y sus hombres viven en una pirámide azteca de dimensiones ridículas que da el cante de estar hecha con cartón piedra, además de encontrarse ubicada en un paraje sin ningún rastro de más vestigios cuando se supone que es la ciudad precolombina de Texcoco; los interiores de la misma cuentan con una decoración paupérrima que queda bastante cutre; y resulta ridículo que “El Diablo” pretenda conquistar Méjico con el dichoso tesoro cuando no dispone de más de veinte hombres.

Tampoco la banda sonora lógicamente de inspiración fronteriza y compuesta, al igual que en su antecesora, por Coriolano Gori es memorable, aunque cuenta con un par de temas, con trompeta solista, aceptables, pero ensombrecidos por el que tocan los tres músicos que se repite cansinamente y me resultó muy pesado.

Por lo que se refiere a los actores, Robert Woods vuelve a interpretar de forma satisfactoria a Pecos, al que se nos presenta tan astuto o más que en la primera película y como un individuo más abierto (incluso se permite el lujo de sonreír en varias ocasiones) en el que parece no quedan rasgos de la tristeza y amargura provocadas por su doloroso pasado. Junto a él Erno Crisa interpreta a un patético Supremo, individuo autoproclamado descendiente de Moctezuma que viste ridículamente con un traje negro y una cinta roja para el pelo, vestimenta más propia de un filme de artes marciales; unos correctos Ignazio Spalla, bajo el nombre de Pedro Sánchez, y Carlo Gaddi, en su debut en este subgénero, como Dago y Frenchy respectivamente, dos de los tres lugartenientes del Supremo; y Umberto Raho, en un papel muy diferente al interpretado en el primer filme, como Pinto, uno de los tres músicos, personaje pretendidamente cómico que no me hizo ninguna gracia,

Por último comentaros que tengo el DVD puesto en circulación por Jenymar en su Serie Texas, que no sólo no respeta el formato original sino que la calidad de la imagen deja mucho que desear. Otra tomadura de pelo de esta casa y van…

En resumen, un intento fallido, para mí, consistente en combinar dos géneros, en principio no tan alejados, como son el spaghetti y las películas de aventuras, debido fundamentalmente a un disparatado guión y a la falta de un presupuesto adecuado necesario para dar mayor veracidad a la historia narrada.


PUNTUACIÓN:

HISTORIA: 3

AMBIENTACIÓN: 2
DIRECCIÓN: 4
ACTORES: 5
MÚSICA: 4

MEDIA: 3,6

lunes, 19 de diciembre de 2011

MI NOMBRE ES PECOS



Mi nombre es Pecos (Pecos è qui: prega e muori )
1967
Italia
Director: Maurizio Lucidi
Reparto: Robert Woods, Luciana Gilli, Enrico Crisa, Ignazio Spalla, Umberto Raho, Piero Vida, Carlo Gaddi, Brigitte Wentzel, Fred Coplan, Luigi Casellato, Poldo Bendandi, Mirella Panfili, Simon Lafitte, Giuseppe Castellano, Elio Angelucci , Fred Coplan, Mauro Mannatrizio, Gino Barbacane, Osiride Peverello
Guión: Fernando di Leo, Adriano Bolzoni, Augusto Caminito
Fotografía:Franco Villa
Müsica: Coriolano Gori

Producción italiana de 1966 que supuso el segundo largometraje, tras haber rodado un “péplum” el año anterior, de Maurice A. Bright, en realidad Maurizio Lucidi, un director con una filmografía no demasiado extensa, con cuatro spaghettis en su haber, y poco relevante que, en esta ocasión, contó como protagonista con Robert Woods, un espigado actor norteamericano “descubierto” por los hermanos Balcázar al que le ofrecieron un contrato para protagonizar varios spaghettis, entre ellos “Los pistoleros de Arizona” y “Viva Carrancho” en los que compartió protagonismo con Fernando Sancho, que se convertiría en una de las presencias recurrentes de este subgénero (protagonizó más de veinte spaghettis en diez años) aunque generalmente en largometrajes de bajo presupuesto. Este hecho quizás pueda explicar su menor popularidad frente a otros actores a pesar de su versatilidad, lo que le llevó a interpretar desde héroes clásicos más propios de los westerns serie b como es el caso de Johnny Blith en “Starblack”, pasando por personajes más ligeros y desenfadados como el de Gregor McGregor en “Siete pistolas para los McGregor” o malvados como el explotador dueño de la mina de “Viva Carrancho”, hasta personajes más graves, en los que para mí estuvo sobresaliente, como el perturbado asesino de “Black Jack”, el alcoholizado pistolero que no puede huir de su pasado de “El puro se sienta, espera y dispara” o el personaje que interpreta en la película que nos ocupa. Además frente a la mayoría de los principales actores de este subgénero que se forjaron un prototipo de antihéroe, como es el caso de, por ejemplo, Franco Nero, por lo menos en sus primeros westerns, y Anthonny Steffen que, siguiendo la escuela de Eastwood, generalmente interpretaron a personajes taciturnos y lacónicos; Giuliano Gemma al que mayormente se le recuerda por sus actuaciones más dinámicas y expansivas, siempre con la sonrisa en los labios; Gianni Garko caracterizado por sus elegantes e irónicos pistoleros; George Hilton que aportó un carácter más desenfadado al antihéroe típico de este subgénero; o Fernando Sancho que generalmente dio vida al prototipo de mejicano dicharachero y excesivo; a Robert Woods, en principio, no se le identifica con ningún estereotipo, lo que creó a larga quizás le perjudicase.

SINOPSIS: Los habitantes de Houston viven aterrorizados por la banda de Joe Clane que ha tomado el pueblo en su intento por recuperar el producto del robo del banco de Laredo, 80.000 dólares, escondido en Houston por un traidor con ayuda de un vecino cuya identidad desconocen. Hasta allí llegará Pecos Martínez, un enigmático pistolero mejicano tan rápido con el revólver como parco en palabras, que tiene una dolorosa cuenta pendiente con Joe. El enfrentamiento será inevitable.



Interesante spaghetti que desarrolla dos subtramas (el intento de recuperar el botín por parte de unos sanguinarios pistoleros que no se detienen ante nada y ante nadie, y el ajuste de cuentas entre Pecos y Joe) presididas por la codicia, la venganza, la violencia y el racismo, y perfectamente entrelazadas gracias a un hábil y esquemático guión del especialista Adriano Bolzoni, aunque escasamente original tanto en las situaciones (cabalgadas, palizas al antihéroe) como en los temas desarrollados, y que es claramente deudor de la película “Django”, desde la primera y sobresaliente escena en la que vemos vagar por un desierto a Pecos cargando con una silla de montar hasta aquella desarrollada en el cementerio en la que vemos la tumba de su familia, pasando por ciertos personajes (el avaricioso predicador recuerda a aquél al que cortaba una oreja el general Rodríguez), el escenario en donde se desarrolla la acción (un pueblo fronterizo con apariencia fantasmal tomado por unos pistoleros) o ciertos guiños como el hecho de que en el pasado al médico le destrozarán las manos como le ocurría al personaje encarnado por Franco Nero.

Como elemento más llamativo de la película nos encontramos con el propio personaje de Pecos, ya que, en una clara inversión de los papeles, nos vamos a encontrar a un mejicano dando vida a un personaje reservado a los estadounidenses. Así, hasta ese momento los personajes de nacionalidad mejicana habían aparecido como grandes terratenientes, humildes campesinos víctima de la violencia estadounidense o de sus propios gobernantes, forajidos o, en el mejor de los casos, como compañero del protagonista; pero aquí nos encontramos con un mejicano que actúa como el típico antihéroe de los spaghettis y presenta la mayoría de sus características.

Al mismo tiempo me ha llamado la atención, quizás también como consecuencia de la influencia de “Django”, la crudeza y violencia de determinadas escenas máxime si tenemos en cuenta el año de su realización. De esta forma veremos arrastrar sin contemplaciones a un individuo que ha recibido varios balazos y se está desangrando, asistiremos a dos intentos de violación, contemplaremos como es asesinado a sangre fría y sin ningún tipo de remordimiento un indefenso personaje al mismo tiempo que es torturada una mujer e, incluso, contemplaremos cómo el protagonista se ensaña con uno de los pistoleros acribillándole a balazos y la forma brutal con la que calma su sed de venganza en la secuencia final; escenas en las que, además, no se nos ahorra la visión de la sangre.

Por lo que respecta a Maurizio Lucidi creo que consigue una película ágil, sin tiempos muertos y en las que las abundantes escenas de tiroteos y peleas no parecen meros rellenos para alargar el filme; además de rodar varias secuencias muy buenas, como la ya mencionada del inicio o aquella en la que varios forajidos golpean al héroe y sitúa la cámara fuera del saloon, por lo que vemos la paliza a través de los cristales satinados. Su trabajo, además, estuvo beneficiado por la gran labor de Franco Villa como director de fotografía.

En cuanto a la banda sonora, compuesta por Coriolano Gori, cuenta con un gran y apropiado tema principal, “The ballad of Pecos” muy bien cantado por Bob Smart pero se trata de una copia descarada del gran éxito de The Animals “The house of the rising sun”. También se puede escuchar repetidas veces otro tema de corte épico bastante aceptable.

Otro de los aspectos sobresalientes es la dirección de actores lo que redunda en las buenas interpretaciones de todos ellos. Robert Woods está impecable como el pistolero mejicano Pecos que se muestra en su venganza tan brutal como los pistoleros con los que quiere acabar. Pier Paolo Capollini, en su única incursión en este subgénero, está muy acertado encarnado a Joe Kline, el despiadado jefe de la banda de forajidos. Umberto Raho está realmente bien en su papel de avaricioso, traicionero y peculiar predicador, mientras que la banda de Kline está interpretada por habituales como Peter Carsten, la mano derecha de aquél, Max Deane, en realidad Massimo Righi o, en sus primeros papeles dentro de este subgénero, George Eastman, cuya enorme presencia física y buen hacer no pasó desapercibido participando a continuación en dos filmes de Ferdinando Baldi y otros dos de Giussepe Vari, y Pietro Maletanza, alias Peter Martell. Estos dos últimos coincidirían, en esta ocasión en roles positivos, en la estimable “Chiakmull”.



Como curiosidades comentaros que el encargado de los decorados fue Demofilo Fidani que al año siguiente debutaría tras la cámara recibiendo el apelativo del Ed Wood del spaghetti, mientras que como cameraman aparece el futuro rey del porno italiano Joe D’Amato.

Por último comentaros que la película gozó del suficiente éxito para unos meses después rodarse una segunda parte de las aventuras de Pecos con, prácticamente, el mismo equipo que se tituló “Pecos y el tesoro de Moctezuma”.

En definitiva, un oscuro, violento y no demasiado conocido euro western que, a pesar de su falta de originalidad y sus evidentes carencias presupuestarias (la mayor parte de la historia se desarrolla en el mismo escenario), creo que no defraudará a los amantes de este subgénero ya que ofrece lo que se espera de un buen spaghetti, además de estar aceptablemente narrado y contar con personajes bien perfilados y creíbles.




PUNTUACIÓN:

HISTORIA: 7

AMBIENTACIÓN: 5
DIRECCIÓN: 7
ACTORES: 7
MÚSICA: 5

MEDIA: 6,2

sábado, 17 de diciembre de 2011

Muere Alberto de Mendoza


El pasado lunes 12 nos dejaba el actor Alberto de Mendoza en la madrileña Clínica de la Luz, donde llevaba varios días internado por una insuficiencia respiratoria.
Actuó en más de 190 películas, entre ellas tres spaghettis.
Descanse en paz.

lunes, 12 de diciembre de 2011

Ernest Borgnine



Actor estadounidense (Connecticut 1917) nacido en el seno de una familia de emigrantes italianos cuyo verdadero nombre es Ermes Effron Borgnino que cuenta con una dilatada carrera (más de doscientas apariciones entre el cine y la televisión en sesenta años). 

Relegado por lo general a papeles secundarios o, en el mejor de los casos, a coprotagonista, es un claro ejemplo de aquellos actores irrepetibles que, con tan sólo su personalidad, hacían creíble a cualquier personaje que interpretaban. Así, debido a su físico rotundo y mirada amenazante fue inicialmente encasillado en papeles negativos que, en muchas ocasiones, destilaban actitudes sádicas, pero gracias a su versatilidad superó este tipo de papeles para ofrecernos otros cargados de emotividad y sensibilidad. 

Tras pasar por la armada (se enroló en 1935 y combatió en la II Guerra Mundial) se inscribe en la Escuela Randall de Arte Dramático y sus primeros pasos en el teatro los da en Virginia, para debutar en Broadway con la obra “Harvey”. 

En 1951 hace su primera aparición en el cine (ese año rodaría tres filmes) y en televisión en la serie “El capitán Vídeo y los guardianes del universo”, pero no es hasta 1953 cuando le ofrecen un papel a su medida que sirvió para que Hollywood se fijara en él. Así, bajo las órdenes de Fred Zinemann daría vida al sádico sargento “Fatso” Judson que protagonizaba un enfrentamiento mortal con Montgomery Clift justo antes del ataque a Pearl Harbour en la magnífica superproducción “De aquí a la eternidad”, película que contó con un gran reparto encabezado por Burt Lancaster, Deborah Kerr, Donna Reed y Frank Sinatra. A ésta le siguieron sus apariciones en largometrajes, la mayoría westerns, tan destacados como la maravillosa “Johnny Guitar” dirigida en 1954 por Nicholas Ray, “Veracruz” realizada ese mismo año por Robert Aldrich (director con el que trabajaría asiduamente) protagonizada por Gary Cooper y, de nuevo, Burt Lancaster, o “Conspiración de silencio” un soberbio alegato antirracista filmado por John Sturges en 1955 con unos impecables Spencer Tracy y Robert Ryan, en el que coincidió con Lee Marvin, otro duro con el que se emparejaría en varias ocasiones. Ese mismo año asombra a la crítica con su interpretación llena de sensibilidad del bondadoso carnicero Marty en la película homónima por la que obtuvo el Oscar al mejor actor. Esta película le dio la oportunidad de interpretar a personajes positivos en westerns como “Jubal” (1956) y “Arizona, prisión federal”, ambos dirigidos por el especialista Delmer Daves o la modélica película de aventuras “Los vikingos” (1958) de Richard Fleischer con Kirk Douglas, que también la produjo a través de su Brynna, y la pareja de moda Tony Curtis-Janet Leigh. 

Con la llegada de la década siguiente participará en grandes superproducciones con amplios repartos como “Barrabás” (1961) de, otra vez, Richard Fleischer y protagonizada por Anthony Quinn, “El vuelo del Fénix” (1965) de nuevo con Robert Aldrich, que contó con un gran e internacional reparto masculino encabezado por James Stewart, el estupendo y exitoso film bélico también dirigido por Robert Aldrich “Doce del patíbulo” con Lee Marvin convertido en estrella o el drama bélico “Estación Polar Cebra” (1968) de John Sturges protagonizado por Rock Hudson. Además protagonizará la serie “Barco a la vista” de la que se emitieron 138 episodios entre 1962 y 1968. Pero, sin duda, su mejor papel de esta década fue el de Dutch, el leal compañero de Pike, interpretado por William Holden, en uno de los westerns más violento, y al mismo tiempo lírico y hermoso, jamás realizado, “Grupo salvaje” (1969) la obra maestra de Sam Peckinpah. 

Es en ese mismo año cuando toma contacto con el western hecho en Europa en la interesante “Los desesperados” (Julio Busch), para aparecer en tres euro westerns más. 

A partir de los años setenta, a pesar de trabajar regularmente aumentando sus apariciones en televisión, el interés de su filmografía decrece de forma notable, destacando sus papeles de teniente de policía en la notable película de catástrofes “La aventura del Poseidón” (1972) dirigida por Ronald Neame y protagonizada por Gene Hackman, el de violento maquinista que persigue incansablemente a un vagabundo, interpretado por Lee Marvin, durante la Gran Depresión en “El emperador del Norte” (Robert Aldrich, 1973), el de cruel padre de Tom Canty en la adaptación que en 1977 hizo Richard Fleischer de la novela de Mark Twain “El príncipe y el mendigo”, el de taxista en una Nueva York controlada por los delincuentes en la fantasía futurista de John Carpenter “1997: rescate en Nueva York” (1981) o el de un anciano cansado de vivir en la depresiva “Another harvest moon” (2004). 

En la actualidad, con noventa y cuatro años, sigue en activo habiendo participado en dos filmes en 2011, la película de animación “The lion of Judah” y la comedia “Snatched”. 

ACTUALIZACIÓN: El 10 de julio del 2012 moría en Los Angeles a la edad de 95 años.

Filmografía SW


1969.- Los desesperados 
1971.- Hannie Caulder 
1971.- Miguel Pro
2004.- Blueberry