viernes, 25 de febrero de 2011

LA MUERTE DE UN PRESIDENTE


La muerte de un presidente (Il prezzo del potere)
1969
Italia/España
Director: Tonino Valerri
Reparto: Giuliano Gemma, Fernando Rey, Van Johnson, Warren Vanders, Antonio Casas, Benito Stefanelli, Frank Braña, José Calvo, Angel Alvarez, Maria Jesus Cuadra, Ray Saunders, Jose Suarez, Manuel Zarzo, Mike Harvey, Julio Pena, Lorenzo Robledo, Massimo Carocci, Angel del Pozo, Norma Jordan, Franco Meroni, Luis Rico Pelaez, Maria Luisa Sala, Francisco Sanz, Ralph Neville, Lisardo Iglesias, Joaquin Parra, Jose Canalejas, Riccardo Pizzuti, Carlos Bravo
Guión: Massimo Patrizi, Ernesto Gastaldi
Fotografía: Stelvio Massi
Música: Luis Enríquez Bacalov 



Tonino Valerri, para mí uno de los mejores y, junto a Sergio Sollima, más elegantes directores del spaghetti western, cuenta con una breve pero muy original filmografía en este subgénero. Así, tras su primera y más impersonal incursión, “Cazador de recompensas” (1966), en la que se aprecia todavía la fuerte influencia de su maestro Sergio Leone con el que había colaborado en “Por un puñado de dólares” y “La muerte tenía un precio”, realizará un puñado de largometrajes que se caracterizan por su originalidad: “El día de la ira” (1967), película de una gran profundidad moral y con un inusual desarrollo de los personajes principales que constituye una de las cumbres del spaghetti; “Una razón para vivir y otra para morir”, una especie de adaptación de “Doce del patíbulo” al universo del western pero carente de la visión heroica de aquella y en la que destaca el ritmo pausado con el que está narrada hasta llegar al explosivo final; y “Mi nombre es ninguno” (1973) producida y, por lo que he leído, codirigida por su maestro Leone que supuso el acta de defunción no sólo del western clásico vencido por el spaghetti, sino de éste finiquitado por la corriente cómica surgida a partir del éxito de “Le llamaban Trinidad”.

Con esta coproducción italo-española de 1969 y partiendo del asesinato real del presidente James Garfield en 1881, trasladará, para mí con gran acierto, al mundo del spaghetti western el asesinato de John F. Kennedy ocurrido en Dallas en 1963, de cuya conmoción no se había repuesto todavía el mundo en el año de realización del film. Así pues nos encontramos ante una especie de western de política ficción que denuncia la corrupción política, las cloacas del estado y el control de la prensa por el poder económico con intención de crear corrientes de opinión favorables a sus intereses; así como, reflexiona sobre la razón de estado como bien supremo por encima de los individuos y el peligro que supone el conocimiento de la verdad. Por tanto, se trata del western más politizado realizado por Valerrii que creo constituye un antecedente de una serie de films norteamericanos de gran popularidad en los años setenta, con los que entroncaría, cuyo tema central era la conspiración política: “Acción ejecutiva” (1973), “El último testigo” (1974) o “Los tres días del Cóndor” (1975).





La Guerra Civil ha finalizado. Para intentar restañar las heridas, el presidente de los Estados Unidos James Garfield decide trasladarse a Dallas para explicar a los reticentes habitantes del estado de Texas las líneas maestras de su ideario político, continuista del de Abraham Lincoln. Pero tanto sus intentos de acabar con la discriminación racial como de imponer una mayor redistribución de la riqueza a través de una política fiscal más justa chocan con la mentalidad reaccionaria e inmovilista de los prohombres del estado (gobernador, grandes terratenientes, banqueros, etc) que planean asesinarlo.


Valerii para poner en pie el proyecto contó con un presupuesto superior a la media en este tipo de productos gracias a Bianco Manini, responsable de la extraordinaria “Yo soy la revolución”, y con la colaboración de su guionista habitual Ernesto Gastaldi y de Massimo Patrizi, los cuales escribieron un libreto que convierte este spaghetti en una película de denuncia y todo ello respetando los postulados de este subgénero. Así nos encontramos con una película muy entretenida, a pesar de los escasos fallos que más tarde comentaré, en la que están perfectamente combinadas las escenas reflexivas: discurso del presidente, conversaciones con diálogos entre los protagonistas en los que se deslizan unos mensajes un tanto ingenuos (“Un revólver no puede acabar con una idea”, “Queremos la justicia y la igualdad de derechos pero esperamos que alguien nos los sirva en bandeja de plata”) con las escasas pero magníficas escenas de acción (sobre todo el enfrentamiento en el desfiladero).


La labor en la dirección de Valerii es brillante y más cercana al clasicismo que a los modelos europeos, salvo por algunos concesiones como el uso reiterativo en determinadas escenas del zoom. Nos vamos a encontrar con exquisitos movimientos de cámara, bellísimos encuadres y abundantes planos largos que me gustan mucho, además de rodar con gran acierto las escenas de tiroteos.


Otros elementos destacados son: la gran labor de Stelvio Massi como director de fotografía, la estupenda ambientación y la magnífica banda sonora compuesta por Luis Bacalov con un gran y melancólico tema principal que comienza con el predominante sonido de una armónica para poco a poco ir incorporando los distintos instrumentos orquestales, además de contar con buenos temas incidentales, en especial uno de ritmo más vivo e inspiración clásica, muy bien utilizados y que potencian la acción.





En cuanto a los actores, cabe señalar que la estrella absoluta es Giuliano Gemma, quien ofrece otra buena interpretación como Bill Willer, un joven que se verá involucrado en la conspiración para asesinar al presidente y que logrará salvarlo de un primer atentado. Al igual que le ocurría a Scott Mary en “El día de la ira”, es un personaje que sufre una gran evolución, en este caso pasará de ser un joven idealista capaz de enfrentarse a sus vecinos e, incluso, a su padre por defender en la Guerra de Secesión sus ideales, a terminar por claudicar de su intento de destapar toda la verdad sobre el asesinato del presidente y las personas que lo rodeaban, asumiendo que ésta podría ser muy dañina para el futuro de la nación; venciendo, de esta forma, la razón de estado sobre la verdad. Junto a él un grupo de veteranos secundarios que constituían todo un lujo para las películas en las que participaban y que, como solía ser habitual, bordan sus papeles: Fernando Rey como el pérfido banquero Pinkerton, símbolo de los grandes y corruptos capitalistas que utilizan para sus intereses al poder político y a la prensa; José Calvo como el alcoholizado pero lúcido y honrado médico que atenderá al presidente tras el atentado; Antonio Casas en el papel del desdichado y confiado padre de Bill; y José Suárez en el rol del Vicepresidente, al que los prohombres de Dallas chantajean por su pasado y que intentará mantener viva la memoria del presidente asesinado, en una clara alusión a Lyndon B. Johnson, nacido también en Texas, con un pasado político algo turbio (fue elegido como senador tras unas votaciones un tanto irregulares) y continuador de las grandes reformas sociales y económicas de Kennedy tras su muerte. Además la película cuenta con buenas interpretaciones de Manolo Zarzo, gran actor no excesivamente reconocido, que encarna al joven e idealista periodista que se convierte en el gran apoyo de Bill, de Benito Steffanelli en el papel del corrupto sheriff, la verdad es que no entiendo como este actor no tuvo mayor proyección en este género, y de Ray Saunders como el Lee Harvey Oswald de turno, es decir el chivo expiatorio. El elenco se completa con la participación especial de Van Johnson, ya en plena decadencia, una estrella de Hollywood durante los años cuarenta y cincuenta mientras mantuvo su contrato con la poderosa Metro Goldwyn Mayer (“Treinta segundos sobre Tokio” (1944), “Sublime decisión” (1948), “El motín del Caine” (1954), “La última vez que vi París” (1954), “A 23 pasos de Baker Street” (1956), etc.) que en esta ocasión encarna al bienintencionado presidente Garfield, y con rostros habituales de este subgénero: Ángel del Pozo, Frank Braña, Lorenzo Robledo, José Canalejas, Paco Sanz.

Sobre los aspectos negativos destacaría entre otros:


-Algunas escenas que parecen un relleno, como la de la cantante negra en el salón o la muy “spaghettera” y espectacular del enfrentamiento a oscuras y con un puro encendido entre Bill y el sheriff que, narrativamente, no tiene sentido.


-La escasa sensación de gran urbe que da la ciudad de Dallas, ya que parece un pequeño pueblo (creo que se hubieran necesitado más casas y, sobre todo, muchos más extras para la escena del atentado).


-El discurso excesivamente ingenuo y forzado, para reforzar el paralelismo entre Garfield y Kennedy, del presidente. Incluso pronuncia una frase, “Yo sueño cómo podría ser y digo por qué no” que podría haber firmado el tristemente asesinado presidente de los EEUU.


Son estos pequeños fallos los que, para mí, evitan que la considere en el grupo de los mejores spaghettis.
Gracias a un amigo que me la prestó, he podido disfrutar de la copia puesta a la venta por Filmax, que por una vez cuenta con buenos sonido e imagen. 
En definitiva creo que estamos ante un gran, original y atípico spaghetti que combina perfectamente dos géneros en principio muy diferentes como son el western y el thriller político y está, como era habitual en él, brillantemente dirigido por Tonino Valerii.


PUNTUACIÓN:

HISTORIA: 8
AMBIENTACIÓN: 7
DIRECCIÓN: 8
ACTORES: 8
MÚSICA: 8

MEDIA: 7,8

jueves, 24 de febrero de 2011

Libro: Los españoles del western


Publicado en Diciembre/2010 por la Editorial Circulo Rojo.

Libro en formato de entrevista.

A lo largo de sus más de 400 paginas, su autor, Juan Gabriel García ("El Habichuela, una vida de cine en Almeria-2007", "Amarilla, el futbolista que quiso ser actor-2008"), nos traslada a los años en que en Almeria se rodaban centenares de eurowesterns.

Es una maravilla ver como, con el paso del tiempo, hemos mutado de no tener apenas nada editado en castellano sobre el spaghetti a haber bastantes libros sobre el tema. Eso quizás posibilitó que el autor de "Los Españoles en el western" decidiera salirse un poco de lo habitual, y plantear una serie de entrevistas a actores, directores, productores y demás protagonistas de aquellos años.

Así, entre otros, podemos conocer algo más de la vida de Eduardo Fajardo, el recientemente desaparecido Aldo Sambrell o Simón Andreu, algunas de aquellas caras que vemos en los spaghettis.

O saber en palabras del propio Joaquin Luis Romero Marchent las dificultades de rodar en aquellos tiempos.

O conocer todo desde el punto de vista de un productor como José Frade.

Pero aparte de estos nombres conocidos, el cine esconde detrás de las cámaras un sinfín de trabajadores de los que muy pocas veces llegamos a saber casi nada.

Por suerte, gracias al trabajo de Gabriel García, podemos conocer algo más de ese mundo desconocido para el espectador, un mundo que esconde cosas buenas, algunas malas, pero sobre todo, mucho amor al cine.

Con prólogo del director Enzo G. Castellari, "Los españoles del western" es en resumen un ameno libro de entrevistas, una herramienta formidable para poder acercarnos a aquellos dorados años del cine español, y una cita obligada para cualquier amante del spaghetti western.

miércoles, 23 de febrero de 2011

HASTA LA ÚLTIMA GOTA DE SANGRE


Hasta la última gota de sangre (L'ira di Dio)
1968
Italia/España
Director: Alberto Cardone
Reparto: Brett Halsey, Dana Ghia, Howard Ross, Fernando Sancho, Wayde Preston, Franco Fantasia, Ángel Del Pozo, Paolo Todisco, Carlo Pisacane, Adalberto Rossetti, Antonio Padilla, Franco Gulà, Claudio Trionfi 
Guión: Alberto Cardone, Jose Luis Martinez Molla, Ugo Guerra, Italo Gasperini
Fotografía: Mario Pacheco
Música: Michele Lacerenza 


Mike Barnett es un antiguo pistolero que pretende retirarse, comprar un terreno y comenzar una nueva vida con su prometida. Pero cuando regresa al rancho, se encuentra que ésta ha sido asesinada mientras que él recibe una paliza por parte de los criminales. Tras recuperar el conocimiento, comprueba que los forajidos también han robado los 10.000 dólares, en billetes de 50, que tenía para la compra del terreno y tan sólo le han dejado siete monedas, una por cada uno de ellos. A partir de ese momento Mike sólo vivirá para acabar con los asesinos de su amada.



Mediocre, para mí, spaghetti también conocido en España como “Hasta la última gota de sangre” realizado en régimen de coproducción en 1968 entre Italia y España por Albert Cardiff, seudónimo de Alberto Cardone, un habitual de este subgénero. De hecho de los once largometrajes dirigidos por él siete fueron spaghettis, de entre los que destaca “Baño de sangre al salir el sol” (1966), film en el que apareció por primera vez Sartana interpretado por Gianni Garko, aunque con un perfil totalmente diferente del personaje que protagonizara la mítica serie.


En esta ocasión, y como haría con “El largo día de la masacre” rodada en 1968, se ocupó también del montaje y del guión, y es este último, que de nuevo nos sumerge en una trama con la venganza como protagonista, el que para mí falla estrepitosamente puesto que, tras un comienzo prometedor en el que queda planteada el argumento de la película con el robo y el asesinato de su prometida, nos encontramos con un film tremendamente aburrido que cuenta con una estructura rutinaria consistente en cabalgada mientras suena un tema incidental repetitivo y pesadísimo, encuentro con alguno de los asesinos y ajusticiamiento de éste por parte del héroe, nueva cabalgada y vuelta empezar. Además la película parte de una premisa absurda e ilógica, ya que los asesinos, tras darle la paliza de rigor, dejan con vida al protagonista puesto que según uno de los criminales, que parece ser el jefe, y a pesar de que los había visto perfectamente, nunca los encontraría. Pues el tipo como forajido no sé, pero como pitoniso desde luego no se hubiera ganado la vida porque sin esforzarse y casi por casualidad nuestro héroe se va encontrando con todos y cada uno de los asesinos, a los que, por supuesto, les da su merecido. Pero no contento con este inverosímil comienzo, la película está plagada de secuencias absurdas y fallidas como el plan que elabora el héroe en la cárcel para escapar y matar a uno de los asesinos, que es excesivamente rebuscado para tener éxito (¿por qué no acaba directamente con él?), el hecho de que varios de los bandidos parece que no le reconocen (¡pues vaya panda de desmemoriados están hechos!), que identifique el protagonista a uno de ellos por las botas cuando le había visto la cara, que uno de los asesinos que recibe un tiro en la frente, en una escena extrañísima en la que nuestro protagonista utiliza una especie de pintura lumínica en una habitación totalmente oscura, de pronto reviva e intente lanzarse sobre él y, sobre todo, la secuencia final, de una ingenuidad que sonroja, en la que los criminales, como unos pardillos, se quedan mirando una cuerda mientras el héroe los sorprende por detrás y en la que por fin se nos revelará la identidad del “cerebro” de la operación, de quien a estas alturas era fácil sospechar.

Como curiosidades hay que señalar algunas citas o autocitas, así Mike dispara el wínchester de una forma similar a como lo hacía Burt Reynolds en “Navajo Joe” (1966), los asesinos dejan siete dólares como en el spaghetti también dirigido por Cardone “Siete dólares al rojo” (1966), nuestro héroe es capaz de acabar con un pistolero a lo “Django” disparando hacia atrás y sin mirar, personaje con el que además presenta ciertas similitudes en su vestimenta.


La labor como director de Cardone no pasa para mí de rutinaria y vulgar, y ni él ni el director de fotografía saben sacar partido de los abundantes y variados paisajes naturales que aparecen en la película. No obstante, hay un par de escenas que sobresalen del tedio general: la lucha con arma blanca en el desierto entre Mike y uno de los miembros de la banda rodada mediante un picado y el enfrentamiento nocturno con otro en un espacio poco habitual para el spaghetti como es un bosque y que me recordó ligeramente al estupendo enfrentamiento final de “Ojo por ojo”.





En cuanto a la banda sonora de Michele Lazeranza, músico que colaboró con Cardone en bastantes de sus spaghetttis, a pesar de contar con un tema principal bastante apañado, tampoco se salva de la mediocridad general


Por lo que respecta a los actores, cabe señalar que hacen lo que pueden con unos personajes que apenas están esbozados. Mike está correctamente interpretado por Brett Hasley, aquí Montgomery Ford, típico actor norteamericano que rodó varios spaghettis en Europa, entre ellos la estimable y anteriormente citada “Ojo por ojo”. Junto a él, un desaprovechado Fernando Sancho (la escena de la partida de póker no sé a qué viene) como uno de los asesinos que se caracteriza por su cobardía y brutalidad con las mujeres, el también norteamericano Wayde Preston, también presente en el film anteriormente citado, como otro de los miembros de la banda, y Ángel del Pozo en el papel de David el amigo de Mike, un personaje un tanto absurdo que aparece y desaparece a capricho del guionista. Pero sin duda, es la italiana Dana Ghia, que curiosamente había interpretado el papel de esposa de Brett Hasley en “Ojo por ojo”, quien carga con el personaje más disparatado, una corista que vaya usted a saber por qué ayuda a Mike y se enamora locamente de él.


En definitiva un soporífero spaghetti, dirigido con poco acierto por Cardone que no sabe dotarlo del ritmo adecuado a pesar de que por su estructura podría haber sido muy entretenido, que cuenta con un guión absurdo y carente de imaginación, además de acusar notablemente su escaso presupuesto.


PUNTUACIÓN:

HISTORIA: 3
AMBIENTACIÓN: 3
DIRECCIÓN: 4
ACTORES: 5
MÚSICA: 4

MEDIA: 3,8

lunes, 21 de febrero de 2011

UN RÍO DE DÓLARES


Un río de dólares (Un fiume di dollari)
1966
Italia
Director: Carlo Lizzani 
Reparto: Thomas Hunter, Henry Silva, Dan Duryea, Nicoletta Machiavelli, Gianna Serra, Nando Gazzolo, Loris Loddi, Geoffrey Copleston, Paolo Magalotti, Giovanni Scarciofolo, Vittorio Bonos, Guido Celano, Gianluigi Crescenzi, Lucio De Santis, Paolo Figlia, Mauro Mannatrizio, Goffredo Matassi, Tiberio Mitri, Piero Morgia, Renzo Pevarello, Luigi Scavran, Guglielmo Spoletini, Mirko Valentin, Puccio Ceccarelli, Osiride Pevarello, Fortunato Arena, Sandro Dori, Fernando Ferrara, Fiorella Ferraro, John M. Gaskins, Nazzarena Zamperla 
Guión: Piero Regnoli 
Fotografía: Antonio Secchi
Música:  Ennio Morricone


Spaghetti de producción italiana que fue el primer acercamiento a este subgénero de Carlo Lizzani, crítico de cine, guionista y director caracterizado por su compromiso ideológico, lo que se tradujo en películas como ¡Atención! ¡Bandidos! (1951), El proceso de Verona (1963), Bandidos en Milán (1968) o Mussolini: último acto (1974); incluso su segunda incursión en el spaghetti, Requiescant (1967), que me resultó menos lograda por pretenciosa, contiene una fuerte carga política. Curiosamente en esta película nos ofrece un western pleno de acción y violencia (hay un par de escenas como en la que el amigo del protagonista le arranca el trozo de piel tatuado al héroe y en la que éste le atraviesa la mano con un cuchillo a un jugador que podrían haber sido rodadas perfectamente por Corbucci) alejado de su cine de temática más grave y caracterizado por su compromiso social.


Jerry Brewster y Ken Seagall son dos ex confederados que tras un atraco en el que se hicieron con un botín de 600.000 dólares son perseguidos por soldados. Para evitar ser atrapados deciden que el segundo huya con el botín con la condición de que se ocupe de la familia del primero, mientras que éste los entretendrá todo lo que pueda. Jerry finalmente es apresado y cumple una condena de cinco años, para descubrir a su salida de prisión que Seagall, que ahora se hace llamar Milton y controla gran parte del territorio con el apoyo de un pistolero mejicano llamado Méndez, le traicionó y dejó morir a su mujer. La venganza está servida, para la que contará con un enigmático personaje llamado Getz.





Nos encontramos, por tanto, ante dos de los temas más característicos del spaghetti western: el de la traición y el de la venganza desarrollados por un guión obra de Dean Craig, en realidad Piero Regnoli (prolífico escritor con más de 100 libretos aunque con escasas aportaciones a este subgénero, entre las que destacan su participación en el libreto de “Navajo Joe”, película con la que tiene algún punto en común) que, creo, se caracteriza por su irregularidad. Así la película cuenta con dos partes diferenciadas: la primera caracterizada por un ritmo vibrante que te engancha, con un comienzo que sin preámbulos te introduce en la historia ya que lo primero que vemos es a los dos amigos siendo perseguidos por los soldados, para, a continuación, mientras aparecen los títulos de crédito ver como se suceden los años en prisión de Jerry y tras salir de la cárcel y regresar a su rancho comprobar la traición de su amigo. Pero tras el primer fundido en negro (recurso poco empleado en el spaghetti) la película se ralentiza y se alternan escenas que de alguna forma hacen avanzar la acción con otras que parecen auténticos rellenos como la del saloon con la típica cantante entonando una canción, la del baile tras la masacre perpetrada por los hombres de Méndez en el pueblo (escena claramente anticlimática) o la típica pelea que sostiene Jerry con los hombres de Méndez en el río que sirve para que el héroe reciba la consabida paliza (en este caso la segunda, tras la que le propinaron los soldados nordistas al inicio del film). Es en esta parte en el que el guión muestra ciertas incongruencias como el hecho de que Jerry que, según el plan urdido con Getz, se debía mantener en el más estricto anonimato a las primeras de cambio se enfrenta a dos hombres de Méndez acabando con ellos con lo que consigue atraer la atención hacia su persona o presenta situaciones un tanto forzadas como el encuentro entre Jerry y Getz y la incomprensible resurrección de Mary Ann, e incluso se inventa una segunda trama: el enfrentamiento entre Milton y Horner con el objeto de controlar el territorio.


No obstante, la película se sigue con un cierto interés gracias a las abundantes escenas de tiroteos y al gran combate final en un pueblo abandonado estupendamente rodado y que vuelve a chocar con la torpe escena en la que Jerry se enfrenta a Méndez.


Uno de los aspectos más positivos de la película creo que es la labor de Carlo Lizzani que bajo el seudónimo de Lee W. Beaver en un intento, supongo, de facilitar la distribución del film en el mercado estadounidense (de hecho el spaghetti contó con el apoyo de la United Artists) lleva a cabo una puesta en escena bastante clásica (incluso, como señalé anteriormente, recurre en varias ocasiones al fundido en negro) que huye de los tics menos afortunados del subgénero europeo y se caracteriza por su elegancia y preocupación en la composición de las escenas (buen ejemplo de ello es el enfrentamiento final en el pueblo abandonado); incluso rueda alguna estupenda escena lírica bastante inusual en este subgénero (la secuencia en la que Jerry llega a su antiguo rancho y lee el diario de su mujer mientras suena la melodía de una caja de música que remite inmediatamente al reloj del coronel Mortimer en “La muerte tenía un precio”).
Otro de los aspectos positivos es la labor en la producción de Dino de Laurentiis, habitualmente sinónimo de solvencia y calidad, lo que permite rodar en abundantes localizaciones que están estupendamente fotografiadas por Antonio Secchi (“Yo soy la revolución”, “Sentencia de muerte”) y contar con una buena labor de ambientación.




La banda sonora corrió por cuenta de Leo Nichols, es decir Ennio Morricone, y aunque creo que no es de lo mejor que escribió, cuenta con algún tema interesante de corte más clásico y con otro que recuerda vagamente al que compondría para “Navajo Joe” que están bien insertados en la acción. Lástima que la canción principal, “Home to my love” interpretada por Gino, me pareciera fuera de lugar al sonar como la típica canción folk propia de mediados de los sesenta.





Por lo que respecta al elenco actoral, está encabezado por tres actores estadounidenses. El papel de Jerry lo interpreta el para mí mediocre Thomas Hunter, una especie de híbrido entre Clint Eastwood y George Hilton que carece del magnetismo y del carisma del primero y de la simpatía del segundo, por lo que no me extraña que su carrera, desarrollada principalmente en Europa, fuera bastante corta. Henry Silva (“Los cautivos”, “Desafío en la ciudad muerta”, “El vengador sin piedad”) interpreta al pérfido Méndez un sicópata que recuerda por su vestimenta (rigurosamente negra) a Jack Palance en “Raíces profundas” y por su forma de actuar (con una risa malévola y estruendosa) a Richard Widmark en “Cielo amarillo”; en todo caso creo que es uno de los grandes aciertos del film y me parece una lástima que no participase en más spaghettis a pesar de que gran parte de su trayectoria también la desarrollase en Europa. Un maduro Dan Duryea (un veterano actor especializado en roles negativos que rodó con directores de la talla de Howard Hawks, Fritz Lang, Robert Siodmak o Anthony Mann) está estupendo en la piel de Winny Getz, un enigmático personaje que se convertirá en el gran apoyo de Jerry y de cuyas verdaderas motivaciones e identidad sólo tendremos conocimiento al final. Junto a ellos como única presencia femenina destacada nos encontramos con la bella Nicoletta Machiavelli como Mary Ann, un personaje insustancial y bastante intranscendente para el desarrollo de la película.
Tengo el DVD distribuido por Suevia en una colección especial a precio reducido que cuenta con imagen y sonido decentes y respeta el formato original del film, aunque los extras son escasos (ficha técnica, biofilmografías y tráiler del film) y le faltan, por lo que he podido comprobar, aproximadamente cinco minutos.

En definitiva, un más que correcto spaghetti western que toma como modelo los westerns de serie b estadounidenses, cuidadosamente realizado y que cuenta con la suficiente acción para no aburrir.


PUNTUACIÓN:

HISTORIA: 6.
AMBIENTACIÓN: 6.
DIRECCIÓN: 7.
ACTORES: 6.
MÚSICA: 6.

MEDIA: 6,2.

martes, 15 de febrero de 2011

CABALGANDO AL INFIERNO


Cabalgando al Infierno (A Man Called Sledge)
1970
Italia
Director: Vic Morrow
Reparto:  James Garner, Dennis Weaver, Claude Akins, John Marley, Laura Antonelli, Wayde Preston, Ken Clark, Tony Young, Paolo Barbara, Laura Betti, Remo De Angelis, Altiero Di Giovanni, Lorenzo Fineschi, Franco Giornelli, Didi Perego, Lorenzo Piani, Mario Valgoi, Herman Reynoso, Steffen Zacharias, Vic Morrow, Riccardo Garrone, Fausto Tozzi, Bruno Corazzari, Angelo Infanti, Franco Balducci, Tiberio Mitri, Allan Jones, Barta Barry, Orso Maria Guerrini, Giovani Di Benedetto, Luciano Rossi 
Guión: Massimo D'Avack, Frank Kowalsky, Vic Morrow
Fotografía: Luigi Kuveiller
Música: Gianni Ferrio


Esta producción italiana de 1970 fue el segundo y último largometraje dirigido por el actor Vic Morrow, un intérprete que alcanzó la fama con la mítica serie bélica “Combat” de la que se emitieron más de 150 episodios a lo largo de seis años y que falleció en un desgraciado accidente decapitado por las aspas de un helicóptero mientras rodaba en 1982 bajo las órdenes de John Landis “En los límites de la realidad”.


Luther Sledge es un forajido que, tras recibir información de un viejo sobre el traslado semanal de unos 300.000 dólares en oro desde la mina de Bigrock hasta una prisión cercana al pueblo de Rockville, planea apoderarse junto con sus hombres de un envío. Ante la imposibilidad de asaltar el carro que lo transporta por estar fuertemente custodiado por 40 hombres armados incluso con una gatling, decide, aprovechando que tiene puesto precio a su cabeza, dejarse capturar y robar el oro dentro de la prisión provocando un motín. El golpe es un éxito pero pronto la codicia hará mella en los miembros del grupo.





El film, que está también escrito por Vic Morrow junto con Frank Kowalski, presenta ciertos elementos comunes tanto con el primer largometraje del actor (“El corredor de la muerte”) al presentarnos como protagonistas a personajes negativos, en este caso una banda de forajidos cuyos componentes se caracterizan por su ambición, avaricia y nulo sentido de pertenencia a un grupo, como con el cine negro ya que se trata de la típica historia de unos gángsters, aquí pistoleros, que planean dar el golpe perfecto con el que retirarse. Con estos mimbres se construye una dura y trágica película con abundantes escenas de violencia en la que todos los personajes pierden y que, por momentos, parece una parábola sobre la codicia ya que el afán desmesurado por enriquecerse de los protagonistas les lleva a un único destino: la muerte (en este sentido son significativas la escena del inicio con la partida de cartas que juega el amigo de Sledge, la partida de póker tras el robo o el sangriento final que viene precedida de una escena un tanto surrealista con una procesión a cuya cabeza marcha la muerte). Pero el problema, para mí, es que la película no termina de funcionar tanto por la labor poco inspirada de Vic Morrow como director que no consigue darle ni el ritmo ni el suspense adecuado como por un guión un tanto decepcionante, ya que este tipo de películas (recuerdo, para no salirme del spaghetti, por ejemplo “Cara a cara” o “Un ejército de cinco hombres”) se solían caracterizar por un estudio muy planificado del golpe mientras que en ésta el plan es de una sencillez que parece un juego de niños, además de contar con otras escenas ilógicas como el hecho de que se pongan a jugar a las cartas tras el robo, que será a la postre el detonante del enfrentamiento entre los miembros del grupo, absurdas como aquella en la que Sledge (al parecer un peligroso y conocido forajido) se pasea con toda tranquilidad por las calles de Rockville, o poco explicadas e inverosímiles (no se sabe como el viejo, máxime cuando uno de los miembros del grupo que desaparece sin saber cómo pide a Sledge que lo mate, se convierte en el líder tras llevarse el protagonista el oro).





Por lo que respecta a la banda sonora compuesta por Gianni Ferrio, cuenta con un tema principal cantado (“Other men’s gold” interpretada por Stefan Grossman) que no me ha terminado de convencer y con otros temas, por lo general mal utilizados para mi gusto, un tanto experimentales en los que se mezclan ritmos propios de los setenta con acordes más jazzísticos que no me han parecido muy adecuados para un spaghetti western.


Respecto a los aspectos positivos, destacaría tres:


La producción del recientemente fallecido Dino De Laurentiis que me pareció superior a la media, lo que permitió rodar en abundantes localizaciones desde las montañas nevadas (en la escena inicial que remite a la fantástica “El gran silencio”) hasta los desiertos almerienses.


La estupenda labor de ambientación y el gran trabajo como director de fotografía de Luigi Kuveiller (responsable de la fotografía de films de culto como “Carne para Frankestein”, “Sangre para Drácula” o “Rojo oscuro”) que retrata perfectamente los variados paisajes.





El elenco actoral, que esta capitaneado por el norteamericano James Garner en uno de esos papeles (“Duelo en Diablo”, “La hora de las pistolas”) con los que pretendía acabar con su típica imagen simpática, amable y agradable al interpretar en esta ocasión a un amoral villano que no duda en provocar una masacre en la prisión con tal de obtener el oro o de dejar abandonado a alguien cuando ya no lo necesita. Junto a él dos veteranos que alcanzarían el éxito en televisión. Por una parte Dennis Weaver, con el que había coincidido Garner en “Duelo en Diablo” y que estaba a punto de convertirse en el sheriff Sam McLoud (serie que estuvo en antena durante ocho años), es su mano derecha Erwin Ward, el único forajido que parece mantener algo de cordura y advierte a Sledge de los problemas de su plan; por otra parte Claude Akins (“Río Bravo”, “El regreso de los siete magníficos”) que protagonizaría la serie “En ruta”, como Hooker, uno de sus hombres que se enfrentará a Sledge en una de las escenas más conseguidas de la película. Además aparecen otros dos actores norteamericanos: el veterano John Marley (“América, América”, “El padrino”) como el viejo, elemento distorsionador del escasamente cohesionado grupo, y Wayde Preston (“Colt 45”), un gran amigo de James Garner de la época de “Maverick”, en el rol del implacable y violento sheriff. En cuanto al principal papel femenino recayó en la italiana, que se convertiría en un sex symbol durante la década de los setenta, Laura Antonelli (“Malicia”, “El inocente”) que interpreta a la desdichada Ria, la amante de Sledge, único personaje positivo que no se dejará deslumbrar por el oro y se mantendrá fiel al personaje interpretado por Garner hasta el final.





Por último indicaros que tengo el vídeo editado por IDA films que respeta el formato original y cuenta con buena imagen y sonido, aunque le faltan aproximadamente seis minutos de metraje (lo que, creo, explicaría la desaparición de uno de los miembros de la banda y los cortes en la escena de la violación) y apenas tiene contenidos extras (filmografías parciales de los principales actores).


En definitiva, una desigual e irregular película que no obstante contiene las suficientes escenas de acción para pasar un rato agradable.


PUNTUACIÓN.

HISTORIA: 5
AMBIENTACIÓN: 6
DIRECCIÓN: 5
ACTORES: 6
MÚSICA: 5

MEDIA: 5,4

lunes, 14 de febrero de 2011

LOS COMPAÑEROS editada en España



Regia Films  acaba de editar hace pocos dias "Los Compañeros" en DvD, el clasico de Corbucci con Nero y Milian.
Es una edición simple, sin extras, aunque con su metraje original (120 minutos), con una excelente imagen y en widescreen al precio de 9,95 euros.
Compra obligada para todos los españoles amantes del buen spaghetti, sin duda.

jueves, 10 de febrero de 2011

Luis Dávila




Actor nacido en Argentina (1927 Buenos Aires-1998 Buenos Aires) cuyo verdadero nombre era Héctor Carmelo González Ferrantino.

De vocación temprana por la interpretación, comenzó su carrera en el mundo del teatro para en 1952 debutar en el cine con “El baldío” dirigido Carlos Rinaldi en el que coincidió con Jorge Rigaud, otro actor argentino que desarrolló gran parte de su carrera en Europa y apareció en un buen número de euro westerns, ese mismo año, y todavía con su nombre original, repitió con Rinaldi en “Vigilantes y ladrones”.

Hasta comienzos de los sesenta rueda más de 15 películas en su tierra natal, interviniendo solamente en 1955 en seis y especializándose en papeles de galán como las dos películas en las que compartió cartel con la estrella del género musical Lolita Torres (“Novia para dos” de 1956 y “La hermosa mentira” dos años más tarde).

Con el inicio de la década de los sesenta decide trasladarse a Europa y ya en 1962 aparece en el largometraje dirigido por Juan Bosch “Bahía de Palma”, una comedia con Arturo Fernández, la sueca Elke Sommer y el gran cómico Cassen.

Pronto se convertirá en un habitual del cine europeo gracias al apogeo del denominado cine de género y a la proliferación de las coproducciones. Así se le podrá ver en “Marc Mato agente S. 077” (1965), típica película de espías nacida a la sombra del éxito de la serie de James Bond que le emparejó con Perla Cristal (otra argentina con numerosos títulos en Europa), repitiendo en este género al año siguiente en “S 077 Operación relámpago”, cuyo título es claramente deudor de uno de la serie Bond. También participará en filmes de aventuras como “Los tigres de Mompracén” (1970) basada en el personaje de Sandokan creado por Emilio Salgari o “El arquero de Sherwood” (1971) película que volvió a reunir a la pareja Ferroni-Gemma fuera del ámbito del spaghetti; thrillers como “El crimen también juega” (1969) con Laurence Harvey y Ann Margret, la notable “Un tranquilo lugar para matar” (1970) también conocida por “Una droga llamada Helen” dirigida por Umberto Lenzi con la otrora estrella norteamericana Carroll Baker y Jean Sorel o “Coartada en disco rojo” dirigida en 1972 por Tulio Demicheli con George Hilton y Fernando Rey; largometrajes bélicos como “Comandos” (1968) con el también norteamericano Aldo Ray o “El largo día del águila” que dirigida en 1969 por Enzo G. Castellari contó, entre otros, con un decadente Van Johnson, Frederick Strafford y Paco Rabal; películas pertenecientes al género fantástico y de terror como “La venganza de la momia” típico producto de Paul Naschy dirigido por Carlos Aured en 1973; y, por supuesto, euro westerns, debutando en este subgénero junto a Alex Nicol con “Relevo para un pistolero” (1964) uno de los pocos grabados en blanco y negro, para participar hasta 1972 en siete más, cuatro de ellos producidos por los hermanos Balcázar.

También intervino en dramas de carácter más íntimo como “Zampo y yo” dirigida por Luis Lucía en 1966 con, de nuevo, Fernando Rey y una debutante Ana Belén o las típicas comedias desarrollistas como “Verano 1970” (1969) con, entre otros, Juanjo Menéndez, Diana Lorys y Saza o “Las amigas” también de ese año interpretada por Sonia Bruno, Teresa Gimpera y Julia Gutiérrez Caba, ambas dirigidas por Pedro Lazaga.

A finales de los setenta, y en plena decadencia, regresa a su país en donde protagonizará varias series para televisión pero un dramático accidente en Chile que le provocó graves problemas de movilidad le retiraría del mundo de la interpretación y sus últimos años los viviría prácticamente olvidado.

En 1998 fallecía de un fallo cardiorrespiratorio en el Sanatorio Santa Isabel de Buenos Aires antes de poder recibir el premio Podestá otorgado por la Asociación Argentina de Actores.


Filmografía SW

1964.- Relevo para un pistolero
1965.- Tumba para un forajido
1965.- ¡Viva Carrancho!
1965.- Doc, manos de plata
1966.- Dinamita Jim
1969.- Sin aliento
1970.- Mátalo
1972.- El desafío de Pancho Villa

lunes, 7 de febrero de 2011

ENTRE DIOS Y EL DIABLO

Entre Dios y el Diablo (Anche nel west c'era una volta Dio)
1968
Director: Marino Girolami
Reparto: Gilbert Roland, Richard Harrison, Ennio Girolami, Roberto Camardiel, Humberto Sempere, Raf Baldassarre, Dominique Boschero, Folco Lulli, Rocco Lerro, Gonzalo Esquirez, José Luis Lluch, Mirella Panfili, Luis Barboo, Xan das Bolas, Enzo G. Castellari, José Maria Ecenarro, Rafael de la Rosa, José Sacristan, José Sanchez
Guión: Tito Carpi, Manuel Martinez Remis, Amedeo Sollazo, Marino Girolami
Fotografía: Pablo Ripoll, Alberto Fusi
Música: Pablo Ripoll, Alberto Fusi

SINOPSIS: A la taberna “El Sol” regentada por Pink, tío del joven Tommy, llega un misterioso forastero, llamado Bob Ford, al que persigue una banda de forajidos capitaneada por Butch. Bob antes de fallecer revela al joven la existencia de un tesoro en Sierra Blanca. Tras ser asaltada la taberna por los hombres de Butch, Tommy y su tío ayudados por un enigmático explorador, Juan Chasquido, y un sacerdote intentarán recuperar el tesoro escondido para lo que no sólo tendrán que enfrentarse a los hombres de Butch sino también a sus propias debilidades




Dentro de los numerosos westerns que se hicieron en Europa hay un pequeño grupo caracterizado por adaptar, con mayor o menor fortuna, obras literarias, bien novelas de aventuras como es el caso de “Los profesionales del oro” basada en “El tesoro de Sierra Madre” escrita por Bertran Tavern, “Cuatro dólares de venganza” que presenta grandes similitudes con la monumental novela de Alejandro Dumas “El Conde de Montecristo” o "El último mohicano" libre adaptación de la novela homónima escrita por James Fenimore Cooper realizada en el año del debut en este subgénero de Anthony Steffen; bien tragedias, con las que el spaghetti tiene ciertos puntos en común, como es el caso de “Tierra de gigantes” que traslada el mito de Orestes al Far West, de “Fedra West” que como su nombre indica se basa en el mito de Fedra, de varios films que adaptan obras de Shakespeare, tal es el caso de “La furia de Johnny Kid” (“Romeo y Julieta”) y de “Johnny el Vengador” (“Hamlet”) o, incluso, el Don Juan Tenorio de José Zorrilla en “John el Bastardo”.

Pues bien, con esta producción italo-española de 1968 los guionistas (el habitual Tito Carpi junto con Manuel Martínez Remís y Amadeo Sollazo) llevaron al Oeste el clásico del siglo XIX escrito por Robert Louis Stevenson “La isla del tesoro” sustituyendo el ron por whisky, los mares por los paisajes desérticos y pedregosos, los piratas por forajidos y los barcos por las carretas y los caballos.


El resultado, aunque la idea en principio puede parecer bastante acertada, no me ha parecido demasiado satisfactorio ya que se trata de una adaptación muy simple de la novela, un relato contado en primera persona por el joven Jim sobre la supervivencia que le servirá para madurar, y en el que se critican la codicia y la ambición del ser humano y se ensalzan virtudes como la lealtad, la camaradería y la renuncia. Características que, en el mejor de los casos, apenas están esbozadas en el film, el cual, además, pierde el halo de misterio de los primeros capítulos de la novela (tan sólo se mantiene éste en alguna secuencia aislada del inicio, más propia del cine gótico), mientras que los personajes que están excepcionalmente caracterizados en la obra literaria apenas están perfilados en la película y el desarrollo de la historia, frente a la agilidad del modelo original, se hace bastante pesado y aburrido.

Para dirigir el spaghetti se contó con Marino Girolami (padre de Enzo G. Castellari, que según los títulos de crédito aparece en la película aunque yo no le reconocí) veterano guionista y realizador con una filmografía de más de setenta largometrajes dirigidos pertenecientes a todos los géneros (comedias, terror, western e, incluso, eróticas) que, también ejerció como productor y, para mí, no consigue dar el tono marcadamente épico y el ritmo vivo que este tipo de películas requiere, además de dirigir la misma de forma impersonal e incluso, en algunos momentos, desganada (son varias las escenas fallidas y carentes de la fuerza dramática que requerían como la del asalto por parte de Butch y sus hombres a la posada “El Sol” que finaliza con un gran incendio, mientras que los tiroteos, especialmente el que mantiene Juan con la banda de Butch, están rodados de forma convencional y carecen de la espectacularidad que solían ofrecer estas películas) y tampoco saber sacar partido a los esplendidos pasajes naturales en donde se desarrolla gran parte de la acción, incluida la vistosa y colorista cueva en la que está enterrado el tesoro. Y a todo ello hay que añadir un montaje un tanto abrupto entre las distintas escenas que no sé si se deberá a posibles cortes que haya sufrido la copia que he visionado.



Por lo que respecta a la banda sonora que es obra de Carlo Savina, cuenta con un poco inspirado tema principal cantado por Raoul, mientras que los temas incidentales, con predominio de instrumentos electrónicos, órgano y batería, me han parecido horrorosos y muy poco adecuados.

En cuanto a los actores, el film está encabezado por un estupendo Gilbert Roland (actor mejicano que comenzó en el cine mudo e intervino en más de 140 largometrajes y episodios de televisión) que da un cierto empaque a la película como Juan Chasquido (Long John Silver en la novela) un aventurero que porta una funda de hierro en la mano y cuyo comportamiento, aliándose con unos o con otros, está escasamente explicado en el film. Por desgracia, el spaghetti está coprotagonizado por Richard Harrison que interpreta al padre Pat (trasunto del doctor Trelawny en la obra de Stevenson) y muestra sus claras limitaciones como actor, por lo que se produce un clarísimo desequilibrio entre ambos que tampoco ayuda a la película. Además aparecen rostros conocidos como Roberto Camardiel que encarna a Pinky ofreciéndonos su típica actuación de individuo simpático y bonachón como contrapunto cómico a los personajes más serios y Raf Baldasarre como Butch, el jefe de la banda de forajidos que persigue a nuestros héroes; mientras que Tommy, personaje que pierde bastante importancia respecto a la novela y tiene que ver muy poco con el personaje creado por Stevenson, está interpretado por el niño Humberto Sempere.

En definitiva, me ha parecido un flojo spaghetti western que no capta el espíritu de la novela adaptada y además pierde parte de las características más atractivas de las películas de este subgénero.



PUNTUACIÓN:

HISTORIA: 4
AMBIENTACIÓN: 4
DIRECCIÓN: 4
ACTORES: 5
MÚSICA: 3

MEDIA: 4

miércoles, 2 de febrero de 2011

Tres disparos...y se acabaron los héroes (corto)

Hoy os traemos el corto amateur de un amante del western, Daniel Andrés.
Cortometraje grabado el domingo 30 de Enero de éste año 2011, en Pedro Bernardo, en la provincia de Ávila.
Espero que os guste.

SINOPSIS: El marshall Parker y su ayudante Johnson, acompañados de un misterioso pistolero que viste de negro, buscan al padre de dos jóvenes, los hermanos Jenkins, los cuales, harán lo posible por salvar a su progenitor de las garras del marshall. No se sabe exáctamente qué es lo que buscan realmente esos tres.


martes, 1 de febrero de 2011

ARIZONA VUELVE

Arizona vuelve (Arizona si scatenò... e li fece fuori tutti )
1970
Italia/España
Director: Sergio Martino
Reparto: Anthony Steffen, Rosalba Neri, Aldo Sambrell, Roberto Camardiel, José Manuel Martín, Raf Baldassarre, Luis Barboo, Pinuccio Ardia, Fernando Bilbao, Emilio Delle Piane, Gildo Di Marco, Leonidas Guerra, Enrico Marciani, Marcella Michelangeli, Brizio Montinaro, Joaquín Parra, Carlos Romero Marchent, Dan van Husen, Gilda Bilbao, Antonio Molino Rojo, Silvio Bagolini, Fortunato Arena, Ardia Pinuccio, Enrico Marciani, Brizio Montinaro, Leonidas Guerra, Florentino Alonso, Renato Malavasi, Elio Angelucci
Guión: Ernesto Gastaldi, Joaquín Romero Marchent
Fotografía: Miguel F. Mila
Música: Bruno Nicolai

SINOPSIS: Arizona es acusado injustamente del robo de una diligencia por lo que decide ir a Blakstone Hill para aclarar la situación. Allí tras una pelea es apresado y, tras simular su ahorcamiento, decide investigar quién está detrás del robo. La situación se complicará cuando los verdaderos culpables rapten a la hija de un rico hacendado y apresen a su compañero Doble Whisky



Segunda parte, rodada en 1970, de las andanzas de Arizona Colt, un cazador de recompensas inmortalizado por Giuliano Gemma en 1966 que, no obstante, conserva pocos elementos del film original. Así creo que este western puede encuadrarse en el numerosísimo grupo de spaghettis que intentaron explotar el éxito de algún personaje famoso (no sé en cuántos westerns europeos aparecen los Djangos y Ringos de turno) pero sin que éste tuviera prácticamente relación con el original y con el único objeto de atraer a la gente a la taquilla.

En este caso se conservan escasísimos elementos del film dirigido por Michele Lupo:

-El personaje de Doble Whisky, que vuelve a ser interpretado por Roberto Camardiel y, para mí, cobra excesivo protagonismo durante gran parte del metraje.
-El pueblo en donde se desarrolla la acción: Blakstone Hill.
-La bella actriz Rosalba Neri pero en un personaje diferente al de la primera parte.
-El carácter reflexivo de Arizona, aunque del mismo sólo se tiene referencia al final cuando dice la famosa frase “Tengo que pensármelo”, y su oficio, pues sigue siendo un cazarrecompensas.

La falta de continuidad entre la primera película y la segunda queda patente desde el principio con la elección del actor principal, ya que Anthony Steffen no solamente era un experto en este tipo de secuelas (interpretó a Django por ejemplo en “Django el Bastardo” o “Barro en los ojos”, a Ringo en “Los cuatro salvajes” y a Sabata en “Reza por tu alma y muere”) sino que su forma de actuar más hierática contrastaba claramente con el estilo de Giuliano Gemma mucho más expresivo y dinámico. Además el personaje de Arizona en esta segunda parte pierde gran parte de sus características: su amoralidad (en el primer film utilizaba a las mujeres como meros objetos sexuales y en éste a las primeras de cambio se enamora como un colegial), su dandismo (ahora aparece con un aspecto sucio y desaliñado) y su don de gentes y simpatía (pasa de sonreír “como el arcángel Miguel” a parecer petrificado como si le hubiera mirado un basilisco o una gorgona).



La película no me ha terminado de gustar porque a diferencia de la primera, también escrita por Ernesto Gastaldi (guionista que colaboró en varios films dirigidos por Sergio Martino) , en la que se conseguía, a mi entender, un correcto equilibrio entre los elementos humorísticos y los dramáticos, en ésta cobran, quizás influenciado por la corriente de los spaghettis cómicos, mayor importancia los primeros durante gran parte del metraje y sólo al final recobra su carácter más grave e incluso brutal con las torturas a los protagonistas y el estupendo y largo tiroteo. Además el guión me ha parecido escasamente imaginativo (incluso Gastaldi se copia a sí mismo, ya que la escena en la que una malherida Sheila consigue cortar una de las cuerdas que sujetan la muñeca de un Arizona que permanece crucificado boca abajo es exactamente igual a la que ideó para “Tu cabeza por mil dólares”) y cuenta con unos diálogos del tipo “Dejarte matar es la cosa más tonta del mundo, pero sobre todo por uno que está en paños menores”(frase que sirve de presentación a Arizona) realmente desafortunados.
En la dirección, Michele Lupo es sustituido por Sergio Martino, un profesional que a continuación filmaría interesantes giallos (“La perversa señora Ward” o “La cola del escorpión” ambas de 1971 “Vicios prohibidos” de 1972 o “Torso” de 1973 en las que se mezclaba generalmente erotismo, suspense y sadismo) para terminar sucumbiendo ante el denominado cine de explotación (“La montaña del dios caníbal” o “Caimán”). En esta su primera incursión en el spaghetti (en 1977 rodaría la superior, aunque sobrevalorada para mí, “Mannaja”) creo que estuvo poco inspirado y sólo al final, con el mencionado tiroteo, o en escenas realmente violentas (el apuñalamiento a sangre fría de Sheila o la tortura de Doble Whisky) muestra su talento.

Otro aspecto negativo me ha parecido el trabajo del normalmente fiable Bruno Nicolai (por primera vez su banda sonora no me ha gustado), que compuso un tema principal de corte festivo realmente desafortunado y está junto a otros, como el que se puede escuchar en la escena del río, bastante mal utilizado.

Por lo que respecta al reparto, está encabezado por Anthony Steffens que me ha parecido mas inexpresivo, soso y desganado que de costumbre, como si no se sintiera cómodo en la piel del personaje. Por el contrario Roberto Camardiel está bastante bien como el locuaz y alcoholizado Doble Whisky, el problema es que este desequilibrio creo que influye negativamente en el resultado de la película. Junto a ellos un estupendo Aldo Sambrell, en un papel más largo de los que acostumbraba a interpretar, como el siniestro y sádico Keene, la siempre estimulante presencia de Rosalba Neri en el rol de Paloma una mujer que mira mucho pero habla poco y que además nos dará una sorpresa, una contenida Marcella Michelangeli (nada que ver con la histriónica interpretación que llevó a cabo en “Y Dios dijo a Caín”) como la desafortunada Sheila, Gildo Di Marco al que le toca lidiar con un papel absurdo (tan pronto traiciona a Arizona como le ayuda o salva a Doble Whisky) y en roles secundarios habituales de este subgénero que cumplen correctamente con sus papeles como José Manuel Martín que da vida al padre de Paloma o Raf Baldasarre, Luis Barboo y Carlos Romero Marchent como miembros de la banda de Keene.



Por último comentaros que tengo la edición puesta a la venta por Wild West que, aunque respeta el formato original, se caracteriza por una calidad de imagen deficiente y además en gran parte de la película se aprecia desincronización entre el sonido y las imágenes. Otra auténtica chapuza, pero qué se le va a hacer si parece que determinadas compañías editoras de vídeo no muestran el más mínimo respeto por sus clientes. No obstante, parece que para compensar han sido un poco menos cicateros de lo habitual en cuanto a los extras con un documental que no es nada del otro mundo pero en el que entrevistan, entre otros, a Sergio Corbucci, Sergio Sollima y Enzo Castellari en pleno proceso creativo.

En definitiva, para mí, un spaghetti bastante flojo, sobre todo si lo comparamos con su modelo, en el que ni el director acertó con el ritmo ni los guionistas con el tono y que contó, como muchos de ellos, con una pobrísima producción.

PUNTUACIÓN:

HISTORIA: 4
AMBIENTACIÓN: 4
DIRECCIÓN: 5
ACTORES: 5
MÚSICA: 3

MEDIA: 4.2