viernes, 28 de enero de 2011

EL DEMONIO, LA CARNE Y EL PERDÓN


El demonio, la carne y el perdón (The Singer Not the Song)
1961
Inglaterra
Director: Roy Ward Baker
Reparto: Dirk Bogarde, John Mills, Mylene Demongeot, Laurence Naismith, John Bentley, Leslie French, Eric Pohlmann, Roger Delgado, Selma Vaz Dias, Serafina Di Leo, Jacqueline Evans, Nyall Florenz, Philip Gilbert, Lee Montague, Laurence Payne, Larry Taylor, Eileen Way, Marjorie Forsyth
Guión: Nigel Balchin
Fotografía: Otto Heller
Música: Philip Green


Producción británica de 1961 dirigida por Roy Ward Baker, cineasta inglés recientemente fallecido (octubre de 2010) que ya contaba con varios éxitos como “Niebla en el alma” (thriller en el que Marilyn Monroe interpretó, en uno de sus primeros papeles como protagonista, a una niñera perturbada) o “La última noche del Titanic” (para muchos críticos la mejor película sobre esta tragedia, de la que James Cameron llegó a copiar tanto planos como secuencias enteras) y que a partir de finales de los sesenta se convertiría, junto a Terence Fisher y Val Guest, en uno de los directores emblemáticos de la Hammer con títulos como “¿Qué sucedió entonces?” (tercera entrega de las aventuras del profesor Quatermass), “Las amantes del vampiro” o “Las cicatrices de Drácula”. En este sentido es curioso que dos de los primeros eurowesterns que se rodaron en el mismo año (éste y “Tierra brutal”) estuvieran filmados por profesionales no relacionados con el género y que desarrollaron gran parte de su carrera en la Hammer, productora británica especializada en films fantásticos y de terror.






El padre Michael Keogh, un sacerdote católico, llega a un pueblo olvidado de Méjico, Quantano, para sustituir al párroco del lugar, el envejecido padre Gómez. Pronto se dará cuenta de que los habitantes del pueblo viven aterrorizados por el bandido local, Anacleto Comachi, que no sólo ha establecido un sistema propio de la mafia por el cual los propietarios deben pagar un canon a cambio de gozar de su protección, sino que también ha prohibido el culto a la población del pueblo. El conflicto entre ambos estallará pronto y se verá agravado por la presencia de Locha de Cortinez, una joven y bella mejicana que se verá atraída por la personalidad del sacerdote y será utilizada por Anacleto para derrotar a éste.





Nos encontramos ante un atípico y extraño eurowestern tanto por el equipo que lo realizó, puesto que el director y sus dos principales protagonistas eran ajenos al género del western (creo que tan sólo John Mills apareció en otro, la interesante “Chuka” de Gordon Douglas) como por los temas que trata (la lucha entre el bien y el mal, la fidelidad a los principios), su complejidad y la forma de abordarlos. Así en una primera parte nos presenta a un padre Keogh, como representante de la Iglesia católica, sin mácula y cuasi perfecto (aunque alguna escena, como en la que tira del caballo a un bandido, muestre un carácter tendente a la violencia) que con sólo su tesón y la fuerza de de su fe se enfrentará al bandido local para acabar con la tiranía impuesta por éste, devolver la libertad a la población y restablecer el culto. Por tanto, en esta primera parte, de corte tradicional, se nos presenta a la Iglesia católica con una doble misión: la de evangelizar y la de civilizar los territorios en donde se asienta, ya que frente a ella todo es caos y barbarie, máxime teniendo en cuenta que el poder civil, representado por una policía inoperante, es incapaz de garantizar la paz y seguridad a los ciudadanos. Pero la película en un momento determinado (la muerte del tío del bandido a manos de su propio sobrino para evitar que asesinara al sacerdote) da un giro inesperado ya que el padre Keogh y el bandido Anacleto (dos hombres inteligentes) se sentirán intelectualmente atraídos y comenzarán una lucha dialéctica para atraerse cada uno al otro a su bando. Esta situación la resume perfectamente Locha al comentar al sacerdote que Anacleto “Es un hombre malo, pero es un hombre. Y se necesita a otro hombre para enfrentarse a él”.


Además el sacerdote empezará a mostrar sus flaquezas e imperfecciones. Así no dudará, para evitar caer en la tentación, en presionar a Locha, que le había mostrado su amor, para que acepte un matrimonio de conveniencia que puede convertirla en una desgraciada; y al final traicionará sus principios y la palabra dada a Anacleto para poder vencerle, es decir en el momento decisivo para el padre Keogh el fin (acabar con la tiranía de Anacleto) justifica los medios empleados para hacerlo, aunque también hasta el último momento intentará redimirlo y ganar su alma.





Por último la situación se complica en cierta forma con la interpretación de Dirk Bogarde quien, obligado a aceptar el papel por su productora, introdujo de forma sutil, a través de las miradas y gestos dirigidos al sacerdote y con frases de doble sentido como la que da título al film en inglés al señalar que le inspira más el cantante (Keogh) que la canción (la religión), una carga homosexual a la película. Carga que se ve reforzada por la indumentaria del bandido que porta unos estrechísimos pantalones de cuero negro (al parecer también idea del actor) y por la escena final en la que se ve a ambos abrazados. Este elemento, transgresor para la época, convirtió al film en una cinta de culto en ciertos ambientes a pesar de que cuando se estreno fue un total fracaso, endeudando aún más a la Rank Organisation (la productora británica más poderosa durante al menos tres décadas del siglo XX), mientras que su director se refugió en la televisión durante varios años.


Por lo que respecta a la labor de Roy Baker creo que es bastante fría y no dota al film de la tensión y garra que el tema requería. De hecho también se vio obligado a dirigir la película a pesar de que había advertido que, al no ser católico, no entendía muy bien el drama interior del sacerdote por lo que recomendó a Luis Buñuel para que la filmara.


Como aspectos positivos creo que hay que destacar la banda sonora compuesta por Philip Green de inspiración mejicana, la fotografía en tonos terrosos de Otto Heller y la labor de ambientación.


Respecto a los actores no me acabaron de convencer ninguno de los protagonistas. Así a John Mills creo que en algunos momentos se le ve bastante incómodo en el papel del padre Keogh y para mí no transmite del todo el conflicto interior del personaje. Dirk Bogarde, en un papel inicialmente pensado para Marlon Brando, pienso que no saca todo el partido a su fascinante personaje, un inteligente, brutal y cínico bandido y se pierde en una actuación un tanto afectada. Mientras que la elección de la francesa Mylène Demongeot para interpretar a Locha me parece un clamoroso error ya que físicamente, es rubia y con la piel muy blanca, no da el prototipo de mujer mejicana.





En definitiva un extraño, fallido, tedioso y atípico (predominan los diálogos sobre la acción) eurowestern que puede sorprender al aficionado al género.

Por último comentaros que el DVD que tengo es el que ha puesto a la venta IDA films, copia chapucera que no respeta el formato panorámico original y con un sonido bastante deficiente.


PUNTUACIÓN:


HISTORIA: 6.
AMBIENTACIÓN: 6.
DIRECCIÓN: 5.
ACTORES: 5.
MÚSICA: 6.


MEDIA: 5,6.

miércoles, 26 de enero de 2011

Fernando Rey




Actor de origen español (Galicia 1917-Madrid 1994) cuyo verdadero nombre era Fernando Casado Arambillet.


De familia acomodada, su padre fue un oficial que se mantuvo fiel al gobierno republicano, comenzó a estudiar arquitectura en la Universidad Politécnica de Madrid al mismo tiempo que intervino de forma ocasional en algunos films como “Fazendo Fitas” su debut en 1935 o “Nuestra Natacha” (1936) de Benito Perojo. Pero tanto sus estudios como su incipiente carrera como actor se vieron interrumpidas por el estallido de la Guerra Civil. Se enroló en el bando republicano y tras escaparse del campo de detención en Mestalla donde fue confinado consiguió llegar a Madrid.


A partir de 1940 retomará su carrera como actor y gracias a su profunda voz y su excelente dicción también se dedicará al doblaje de grandes estrellas (Tyrone Power, Laurence Olivier).


Durante esta época participará en papeles secundarias en las típicas películas históricas de la época, la mayoría producidas por CIFESA; así se le pudo ver en “Los últimos de Filipinas” (1945) de Antonio Román con Armando Calvo y José Nieto como los héroes de Baler, “Locura de amor” (1948) de Juan de Orduña en la que dio vida a Felipe el Hermoso frente a una sufrida Doña Juana interpretada por Aurora Bautista o “Agustina de Aragón” (1950) de nuevo con Orduña y Aurora Bautista.


De ideas progresistas, en la década siguiente participará en varios proyectos tendentes a renovar el cine español, así se convierte en socio de la UNINCI, trabaja con Berlanga en “Bienvenido Mister Marshall” (1952) y colabora con Juan Antonio Bardem en tres films: “Cómicos” (1954), “La venganza” (1957) y “Sonatas” (1959) basada en las obras de Valle Inclán en las que Paco Rabal (otro miembro de la UNINCI) interpretó al Marqués de Bradomín.


En la década de los sesenta se produce su decisivo encuentro con Luis Buñuel en la película “Viridiana” (1961) en la que volvió a coincidir con Paco Rabal y con la que se obtuvo, por primera vez para una película española, la Palma de Oro en Cannes. A ésta le siguieron sus colaboraciones en “Tristana” (1970) en la que interpretó al libertino Don Lope y tuvo como compañeros a Catherine Deneuve y Franco Nero, “El discreto encanto de la burguesía” (1972) que obtuvo el Oscar a la mejor película extranjera y “Ese oscuro objeto del deseo” (1977).


Al mismo tiempo, la década de los setenta (en 1965 había intervenido en el film realizado por Orson Welles en España “Campanadas a medianoche”) se caracterizará por su participación en infinidad de producciones internacionales, trabajando con directores de la talla de William Firedkin en “French Conection” (1971) junto a Gene Hackman, John Frakenheimer (“French Connection II” de nuevo con Gene Hackman), Vincente Minelli (“Nina” con Ingrid Bergman y Liza Minelli), Valerio Zurlini (“El desierto de los tártaros” con Vittorio Gassman y Giuliano Gemma), Stuart Rosenberg (“El viaje de los malditos”), Luigi Comencini (“El gran atasco” con Marcello Mastroiani y Hugo Tognazzi entre otros) o Robert Altman (“Quintet” con Paul Newman y Vittorio Gasman).


Durante los años ochenta y hasta la fecha de su fallecimiento sigue trabajando sin descanso en películas como “El crimen de Cuenca” polémico film dirigido por Pilar Miró, “Bearn” adaptación de Jaime Chavarri de la novela de Agustí de Villaronga, “Padre nuestro” dirigida por Francisco Regueiro, la adaptación de la novela de Ernesto Sábato “El túnel”, la serie de televisión rodada por Manuel Gutiérrez Aragón “El Quijote de Cervantes” o la superproducción de Ridley Scott “1492: la conquista del paraíso”, siendo su último trabajo la intrascendente comedia “El cianuro ¿sólo o con leche?” (1994).


En el género del eurowestern debutó con el primer western rodado en España “Tierra brutal” (1961) para participar en diez eurowesterns más, siendo su mejor papel el del pacífico y culto revolucionario de “Los compañeros”, papel que junto con el de sacerdote repitió en la mayoría de sus westerns. Además intervino en otros tres películas del Oeste rodadas en España pero con capital estadounidense: “Villa cabalga” con un gran elenco encabezado por Yul Brynner, Robert Mitchum y Charles Bronson, “Al infierno, gringo” y “La furia de los siete magníficos” con George Kennedy sustituyendo a Yul Brynner en el papel de Chris.


Entre los galardones obtenidos a lo largo en su dilatada carrera (más de 230 películas y series de televisión) caben señalar la Palma como mejor actor en Cannes por “Elisa vida mía”, sus dos Conchas de Plata en el Festival de San Sebastián, el Goya por su interpretación en “Diario de invierno” y el Premio Nacional de Cinematografía concedido en 1990.


Filmografía SW:


1961.- Tierra brutal.
1965.- El hijo del pistolero.
1965.- El último rey de los incas.
1966.- El regreso de los siete magníficos.
1966.- Joe el Implacable.
1969.- La muerte de un presidente.
1970.- La cólera del viento.
1970.- Los compañeros. (Vamos a matar)
1971.- Una ciudad llamada bastarda.
1973.- Colmillo Blanco.
1985.- Esos locos cuatreros.

lunes, 24 de enero de 2011

INFIERNO EN EL RÍO

Infierno en el río (blue)
1968
Inglaterra
Director: Silvio Narizzano
Reparto: Terence Stamp, Joanna Pettet, Karl Malden, Stathis Giallelis, Sally Kirkland, Robert Lipton, Ricardo Montalban, Sara Vardi, James Westerfield, Kevin Corcoran, Ivalou Redd, Dorothy Konrad, Helen Kleeb, Michael Bell, Anthony Costello, Joe De Santis, Carlos East, Peggy Lipton
Guión: Ronald M. Cohen, Meade Roberts
Fotografía: Stanley Cortez
Música: Manos Hatzidakis


Eurowestern británico dirigido en 1968 por Silvio Narizzano, realizador canadiense que desarrolló su trabajo básicamente en producciones televisivas y del que no había visto ninguna película hasta ahora.

Blue es un joven estadounidense que, tras el asesinato de sus padres, fue recogido por Ortega, un revolucionario devenido con los años en bandido, que le criará como a un hijo más, convirtiéndose en otro miembro de la banda y el preferido de Ortega. En una incursión realizada el 4 de julio en territorio estadounidense Blue es herido y recogido por un doctor y su hija con lo que se planteará dejar su antigua vida aunque esa decisión suponga enfrentarse a su padre adoptivo.

Interesante film que cuenta, como la mayoría de los westerns británicos, con una solvente producción y un acabado técnico superior a la media, destacando una gran fotografía, aunque en las escenas nocturnas se revela un tanto artificiosa por el uso de los filtros en azul (noche americana) y una magnífica labor de ambientación (por allí estuvo Hal Pereira un veterano y gran profesional con 23 nominaciones al Óscar a sus espaldas).



La película parte de un guión simple pero eficaz que trata básicamente dos temas ya vistos en otros westerns. En primer lugar nos encontramos con el problema de la reinserción de un forajido, así como Glyn McLyntock en “Horizontes lejanos” (Anthony Mann, 1952) Blue tratará de integrarse en una comunidad de colonos para lo que contará con la ayuda de uno de los miembros más respetables y de la hija de éste; además, como ocurría en el western estadounidense, jugará un papel fundamental en la defensa de éstos frente a sus enemigos (estos pistoleros son, en definitiva, seres rechazados por los pacíficos colonos pero necesarios, en un mundo violento, para que se desarrolle la sociedad civilizada que éstos quieren implantar en un mundo salvaje). Pero su situación se agrava respecto a la vivida por James Stewart puesto que al ser estadounidense pero haber vivido desde pequeño como un mejicano muestra un cierto desarraigo, por lo que cuando comienzan los problemas (enfrentamiento entre colonos y bandidos) y como le ocurría a Pace (el mestizo interpretado por Elvis Presley en el estupendo film de Don Siegel “Estrella de fuego”), no termina de encontrar su sitio ni en la sociedad anglosajona ni en la mejicana. Nos encontramos pues con el segundo tema de la película, el enfrentamiento de las distintas culturas que habitaban el oeste y las consecuencias de éste, sobre todo, para los mestizos. En este sentido cobra gran importancia el lógico y metafórico final en el que el protagonista permanece en el río como esa zona de nadie que separa los dos mundos (el mejicano y el estadounidense) a ninguno de los cuales pertenece por completo.

Por lo que respecta a la labor de Narizzano tras la cámara creo que es bastante acertada dotando a la película del ritmo que necesita. Así, ésta comienza con una trepidante y brutal escena en un lupanar, en la que por cierto apenas se habla, que sirve para conocer el carácter del protagonista, al presentárnoslo como un frío asesino que mata a quemarropa a un oficial desarmado. Esta tendencia a la violencia en Blue aparecerá de nuevo en la pelea que mantiene con su padre adoptivo, mientras que al final, cuando dirige a los colonos contra los mejicanos se nos revelará como un hombre autoritario y despótico. Pero tras mostrarnos a los miembros de la banda, como seres primitivos, pendencieros y sanguinarios en otras dos estupendas y “spaghetteras” secuencias: la que se desarrolla en su guarida y la del asalto a los colonos con el intento de violación a una mujer (aunque también se muestra, en una impactante imagen, la brutalidad de los colonos capaces de ajusticiar a sangre fría a un bandido), el ritmo de la película se hace más pausado, no lento, acorde con el tema narrado, el proceso de integración de Blue en el mundo civilizado representado por el doctor y su hija, además de utilizar el director un lenguaje mucho más cercano a los westerns clásicos norteamericanos que a los europeos.

Respecto a la banda sonora compuesta por el griego Manos Hajdidakis (Manos Hatzidakis), cuenta con un buen tema principal en el que destaca una guitarra acústica que resalta el carácter melancólico del film. Mientras que el resto de los temas, incluido uno de carácter épico que se escucha en los momentos previos al enfrentamiento final, me parecieron menos acertados.

En cuanto al elenco actoral, un correcto Terence Stamp, aunque en algunos momentos su caracterización sea un tanto afectada, da vida a Blue un ser complejo, violento y amoral pero también capaz de enfrentarse a su hermano para evitar una violación o de perdonar la vida a un impulsivo colono que le había retado en duelo, que se plantea la necesidad de dejar su vida de delincuencia aunque esto suponga la desgarrada separación de su progenitor, hombre al que todavía admira y quiere, e incluso el enfrentamiento a muerte con éste. Junto a él dos veteranos de Hollywood, un estupendo Karl Malden (“El árbol del ahorcado”, “El rostro impenetrable”, “El gran combate”) en el papel del humanista, pacífico y bondadoso Doc Morton que confiará en Blue y le prestará todo su apoyo para conseguir su integración, y el otrora galán mejicano Ricardo Montalbán (“Más allá del Missouri”, “El gran combate”, “La quebrada del diablo”), en una de las mejores actuaciones que le recuerdo, como Ortega, un antiguo revolucionario mejicano, ahora bandido, que todavía conserva algo del idealismo y del espíritu de aventura que le llevó a enfrentarse a los tejanos y a los franceses de Maximiliano en defensa de su país, y que no se resigna a perder a quien más ama. El reparto se completa con una joven Joanna Pettet en el rol de Joanne Morton, la hija del doctor que se enamorará de Blue.



Como curiosidades señalar que el director de la segunda unidad, y por tanto responsable de la mayoría de escenas de acción, es el mítico Yakima Cannut, un gran especialista que, procedente del mundo del rodeo, comenzó a principios del siglo XX doblando a las grandes estrellas de Hollywood (por ejemplo a John Wayne en “La diligencia”) además de ejercer como ayudante de dirección y aparecer como actor en numerosos films; y que la película está rodada integramente en los EEUU.

Por último comentaros que tengo el DVD editado por la Paramount con una muy buena imagen y correcto sonido.

En definitiva creo que, sin ser una película redonda, es un más que correcto eurowestern, muy cuidado desde el punto de vista formal y cuya visión recomiendo, aunque pueda sorprender a los habituales del subgénero tanto por el ritmo y el lenguaje cinematográfico empleados en la parte central como por la importancia que da a la historia, al desarrollo de los personajes y a las relaciones de éstos frente a la acción mecánica.

PUNTUACIÓN:

HISTORIA: 6
AMBIENTACIÓN: 7
DIRECCIÓN: 7
ACTORES: 7
MÚSICA: 6

MEDIA: 6,6.

viernes, 21 de enero de 2011

DALLAS

Dallas (Il mio nome è Scopone e faccio sempre cappotto)
1975
España/Italia
Director: Juan Bosch
Reparto: Anthony Steffen, Fernando Sancho, Ricardo Palacios, Robert Hundar, Gillian Hills, Indio Gonzales, Furio Meniconi, Attilio Severini, Juan Torres, Juan M. Solano, Ricardo Moyan, Sergio Dore, Karin Heske, Ralph Birks, Antonio Mayans, Cesar Ojinaga, Fernando Palacios, Furio Meniconi, Johnny Fairen, David Delperro, Manuel Bronchud, Moises Rocha
Guión: Juan Bosch, Renato Izzo
Fotografía: Julio Perez de Rozas
Música: Marcello Giombini

Tardía coproducción hispano-italiana de 1975 que se enmarca dentro de la corriente del spaghetti western cómico y fue dirigido por Juan Bosch, realizador que, tras haber debutado con una trilogía policíaca, se dedico fundamentalmente a la comedia y después de un paréntesis en los años setenta en los que dirigió ocho spaghettis y algún thriller terminó rodando las típicas comedias eróticas tan habituales en España a finales de los setenta (“Es pecado pero me gusta” o “Caray con el divorcio”, esta última con Fernando Esteso ).



Dallas un aventurero con querencia por la dinamita y la nitroglicerina tras contactar con un viejo amigo mejicano, Aguadulce, decide dirigirse a la población de Brownbill para recuperar la mina que su padre, recientemente fallido, perdió en una partida de póker. Una vez allí se encontrará con que la nueva propietaria es una hermosa joven y que la propiedad es codiciada por dos grupos: los hermanos Bright y Rompemanos y sus secuaces.

La película creo que es una clara muestra de la degeneración del género y se encuadra dentro de la corriente humorística del spaghetti que tomó como modelo, principalmente debido a su éxito, a la saga de Trinidad. Así nos encontramos con dos personajes, uno inteligente y astuto, en este caso Dallas, y otro más brutote, corto de entendederas y fuerte, Aguadulce. Además la mayoría de los gags como en su modelo son visuales (básicamente a base de mamporros), pero mientras que en la saga de Trinidad este hecho quizás supuso un corriente de aire fresco al recuperar y, en parte, modernizar para un género ajeno el slapstick, que se remonta a las viejas películas mudas realizadas por Mack Sennet para la Keystone y, sobre todo, los gags estaban al servicio de una historia, aquí nos encontramos, con un guión perpetrado por el propio director y por Rennato Izzo, habitual en los spaghettis de Gianfranco Parolini (intervino en las tres películas de Sabata y en la primera de Sartana) que adolece de una falta de ideas alarmantes (incluso la presentación del héroe con un ridículo parasol ya se había visto en otros spaghettis como en “Los profesionales del oro” o en “Vende la pistola y cómprate la tumba”) y en el que la historia, casi nula, parece una excusa para insertar las abundantes, tópicas, aburridas y mal coreografiadas escenas de peleas. Y a ello hay que añadir otros gags, para mí, realmente desafortunados en los que prima el humor grueso y chabacano de carácter escatológico, como en la escena en la que vemos sentado en el retrete a Fernando Sancho aquejado de una diarrea y Anthonny Steffen introduce por el techo un cartucho de dinamita.




Por lo que respecta a la banda sonora compuesta por Marcello Giombini cuenta con varios temas de corte humorístico apropiados para el tono del film, pero a la vez alguno de ellos me ha resultado por momentos bastante extraño debido al predominio de sonidos electrónicos que supongo provienen de sintetizadores, aunque no llega, ni mucho menos, al carácter experimental de futuras bandas sonoras creadas por este músico como la de “Gomia. Terror en el mar Egeo”.

En cuanto al reparto, de lo poco salvable del film, está formado por tres actores muy significativos dentro de este subgénero. Así nos encontramos al inexpresivo Anthony Steffen dando vida a Dallas en su último papel en un spaghetti en el que no sólo se permite sonreír sino que también ríe abiertamente. Como Aguadulce, el bonachón y tontorrón amigo de Dallas, el siempre interesante Fernando Sancho también en uno de sus últimos papeles (tan sólo haría un spaghetti más y la comedia de Mariano Ozores “Al este del oeste”). Por último como uno de los hermanos Bright nos encontramos con uno de los grandes malos, Robert Hundar que está bastante aceptable (ya dio muestras de su peculiar talento para la comedía en “La muerte cumple condena” en la que interpretaba a un personaje caracterizado por su ironía) aunque en alguna escena creo que se le van de las manos sus exagerados tics. Junto a ellos Ricardo Palacios como Rompemanos y Gillian Hills en el rol de Glenda la dueña de la ansiada mina.

Como curiosidades comentaros que me pareció apreciar un homenaje, en caso contrario sería una copia descarada, al western cómico dirigido por Andrew Victor McLaglen y protagonizado por John Wayne “El gran MacLintock” en la escena de la última pelea al borde de un charco con los actores cayendo en él; y que en un papel secundario aparece Antonio Mayans, uno de los actores fetiche de Jesús Franco.




Por último advertiros que la edición de Wild West que en su día compré y a pesar de lo que pone en la carátula no tiene audio en español sino que está en italiano.

En definitiva una película aburrida, mala, con una dirección mediocre, carente de imaginación y con un escasísimo presupuesto (sorprende en este sentido que esté producida por Produzioni Europee Associati de Alberto Grimaldi que participó en gran parte de los mejores spaghettis rodados).

PUNTUACIÓN:

HISTORIA: 1.
AMBIENTACIÓN: 2.
DIRECCIÓN: 2.
ACTORES: 5.
MÚSICA: 3.

MEDIA: 2,6.

jueves, 20 de enero de 2011

Pierre Brice


Actor y ocasional cantante francés de origen noble (Brest 1929) cuyo verdadero nombre es Pierre Louis Barón de Bris que se convirtió en una superestrella en Alemania durante la década de los sesenta.
Con tan sólo quince años se unió a la Resistencia francesa durante la II Guerra Mundial y con diecinueve, tras pasar por la academia militar, se alistó en el ejército combatiendo sucesivamente en Indochina y Argel, conflictos en los que obtuvo tres medallas al valor.
Tras regresar a Francia decide convertirse en actor al mismo tiempo que desempeña todo tipo de trabajos: vendedor a domicilio, miembro de un circo, modelo para anuncios y fotonovelas en las que coincidió con una joven y, por entonces, desconocida Brigitte Bardot.
Su primera aparición en un largometraje fue en el thriller “La que se va armar” dirigido en 1955 por John Berry, a la que siguieron pequeños papeles en distintas películas de reputados directores como Yves Allegret o Marcel Carné. Pero al comprobar que su carrera no despegaba en su país natal decide probar suerte en Italia y España en donde protagonizará entre otras “El lápiz de labios” (1960) de Damiano Damiani, “El molino de las mujeres de piedra” (1960) de Giorgio Ferroni o “Los atracadores” dirigida en 1962 por Francisco Rovira Beleta.
Su gran oportunidad le llegó al conocer al productor Horst Wendlandt que le propuso interpretar a Winnetou el valeroso jefe mescalero nacido de la pluma de Karl May. La película, “El tesoro del lago de plata” (1962) que contó con unos bellos paisajes rodados en Yugoslavia, una estupenda canción principal compuesta por Martin Böttcher de la que se llegaron a vender más de 100.000 copias, una acertada dirección del veterano Harald Reinl (que se ocuparía de cinco films de la serie mientras que Alfred Vhorer dirigiría tres) y unas correctas interpretaciones de Brice en el papel del jefe apache y del otrora Tarzán Lex Barker como su amigo Shatterhand, constituyó un grandísimo éxito en Alemania con más de tres millones de espectadores en menos de un año, recibió premios como el Golden Screen y el Bambi-1963 y constituyo el inicio de una serie de films rodados entre 1962 y 1968 y basados en las novelas de Karl May en los que Brice dio vida a Winnetou en once ocasiones, estando acompañado del citado Lex Barker en siete ocasiones, de Stewart Granger, actor británico y gran estrella de Hollywood en la década de los cincuenta, en tres y de Rod Cameron en una.
Fue tal el éxito de la serie que Brice nunca, a pesar de sus reiterados intentos (participó en otros dos eurowesterns más, en films de aventuras o en comedias como “Pupa, Charlie y su gorila” junto a Sophia Loren y Marcello Mastroiani), pudo desprenderse del personaje creado por May, volviéndolo a interpretar tanto en el teatro como en series y películas para televisión como “Winnetou el mescalero” (1980) serie de la que se rodaron 52 episodios o “El regreso de Winnetou” (1998) en la que también intervino como guionista.
En 2004 publicó su autobiografía bajo el nombre de “Winnetou Undich” (”Winnetou y yo”) Como curiosidad cabe señalar que posee La Cruz de Mérito de Primera Clase alemana (1992) y La Orden de Caballero de la Legión de Honor (2007) por su contribución a la amistad entre franceses y alemanes. Filmografía en SW
1962.- El tesoro del lago de plata. 1963.- Furia apache. 1964.- La última batalla de los apaches. 1964.- Carabina de plata. 1964.- Los buitres. 1965.- Un lugar llamado Glory. 1965.- El asalto de los apaches. 1965.- Winnetou III. 1965.- Justiciero de Kansas. 1966.- El día más largo de Kansas City. 1966.- Hombres desesperados. 1968.- El valle de los héroes. 1972.- Una cuerda al amanecer.

miércoles, 19 de enero de 2011

UNA CUERDA AL AMANECER



Una cuerda al amanecer
1972
España/Italia
Director: Manuel Esteba
Reparto: Pierre Brice, Steven Ted, Fernando Sancho, Mónica Randall, Marta Flores, Antonio Molino Rojo, Raúl Aparici, Gaspar 'Indio' González, Sergio Aparici, Manuel Muñiz, Alberto Vila, Ferruccio Viotti, Juan Fairen, Miguel Muniesa, José Nieto
Guión: Manuel Esteba
Fotografía: Girolamo La Rosa
Música: Vasili Kojucharov, Daniele Patucchi



Coproducción hispano-italiana de 1972 que supuso la segunda incursión (dos años antes había rodado “Veinte pasos para la muerte”) del director, guionista y productor catalán recientemente fallecido Manuel Esteba, un profesional de corta filmografía pero bastante variada: fantástico (“Espectro”), erótico (“Viciosas al desnudo”) o comedias con protagonismo de los hermanos Calatrava (“El E.T.E. y el Oto”), que se movió siempre en producciones de muy bajo presupuesto, no siendo este spaghetti una excepción.

Barret es un ambicioso forajido que mediante la extorsión ejercida por sus hombres dirigidos por un pistolero llamado Caulder se está adueñando de todas las propiedades de la región. Alertado el ejército de sus abusos, mandará a un agente, Ted Mulligan, para acabar con los desmanes de Barret. Al mismo tiempo un misterioso cazarrecompensas que viste de negro está operando por el territorio. El destino hará que las vidas de Barret, Mulligan, Caulder y el cazarrecompensas se entrecucen fatídicamente.

La película comienza con una cuidada escena en la que vemos, a través de un movimiento giratorio de la cámara, a cuatro individuos jugando al póker en una posada mientras que otro vestido de negro que lleva una campanita en el tacón y al que no veremos la cara se acerca montado a caballo, entra en el establecimiento, reta a uno de los jugadores y lo mata para, posteriormente, cobrar la recompensa que ofrecían por él. Gran escena que me creó unas expectativas muy pronto frustradas porque me encontré ante una película con un presupuesto ínfimo y un guión, del propio director, pésimo y con continuos giros. Así no volveremos a ver al cazarrecompensas hasta la decepcionante escena final en la que por fin sabremos su identidad, hecho a la postre intrascendente, mientras mantiene una conversación ridícula con uno de los protagonistas; así éste le dice. “El halcón se lleva la presa antes de que llegue el cazador” y el cazarrecompensas le contesta “Mi campanita suena como la serpiente de cascabel que anuncia el peligro. Pero sólo mata a quien merece la muerte”. Fin. También aparecen por allí un minero mejicano que encuentra una mina de oro por la que se va a interesar Barret,, pero se abandona esta trama y se sustituye por otra en la que cobra importancia el hecho de que sea testigo de un asesinato, y una mujer con una cuenta pendiente con Barret. A ello hay que añadir escenas de relleno como los prescindibles y abundantes flashbacks o el inverosímil asalto a un banco por parte de Caulder (no resulta muy creíble que un pistolero que es la mano derecha de uno de los de los hombres más ricos de la región se dedique en su tiempo libre a asaltar bancos con la cara descubierta para que todo el mundo lo reconozca) y la ausencia de buenas secuencias de acción por lo que la película se me hizo aburrida y, por momentos, insufrible (tan sólo destacaría junto al inicio ya mencionado parte de la escena en la que maltratan al bueno de Fernando Sancho).

Además creo que la labor del director es bastante artificiosa al buscar angulaciones de cámara casi imposibles, lo que se traduce en varias planos desenfocados y algunos desencuadres bastante significativos. A lo que hay que sumar un montaje por momentos caótico y embarullado, no sé si debido a posibles cortes que pudo sufrir la película.

En cuanto a la banda sonora, compuesta por Daniele Patuchi, sin ser una maravilla no es de lo peor del film y por lo menos cuenta con un tema principal resultón, aunque el resto son muy flojos. incluido uno con el protagonismo de un órgano que se escucha varias veces y me resultó bastante inapropiado.

Por lo que respecta al reparto, uno de los aciertos del film es el cambio de rol de los dos actores principales. Así tenemos al siempre eficaz Fernando Sancho, en uno de sus escasos papeles de protagonista, que abandona su típico rol de bandido mejicano por el de Sebastián, un bonachón y pacífico aunque indiscreto, bebedor y poco inteligente minero que mantiene una relación bastante especial y tierna con su burro, Margarito. A pesar de que las conversaciones de éste con el animal me resultaron un poco pesadas, es sin duda de lo mejor de la película y gracias a él se me hizo más llevadera. Como Barret, el ambicioso, elegante y despiadado forajido, sin embargo nos encontramos a Pierre Brice, un limitado actor francés que dio vida al inmaculado héroe indio Winnetou en la serie de películas alemanas basadas en las novelas de Karl May. Junto a ellos, un inexpresivo Steven Tedd (Giuseppe Cardillo) como Ted Mulligan con un atuendo bastante ridículo (muy similar al utilizado por Yul Brinner en Sabata) que, junto a su peinado y patillas, es más propio de la época en que se rodó el spaghetti (de hecho recuerda al Elvis Presley de su última época), una prácticamente anecdótica Mónica Randall (actriz que por aquellos años era habitual en este subgénero) que en otro giro de guión se nos presenta como una mujer con una cuenta pendiente con Barret, y Antonio Molino Rojo que da vida a Caulder, una especie de protector de Barret y hombre de su confianza con el paso del tiempo, aunque tampoco sabremos cómo se llegó a esta situación.

En definitiva otro mediocre spaghetti que, a pesar de su corta duración (hora y cuarto aproximadamente), se me hizo lento, pesado y aburrido. No obstante cabe reconocer en este caso, como en otros muchos ya comentados, el empeño por parte de su director de levantar una película con un presupuesto ínfimo.


PUNTUACIÓN:

HISTORIA: 2.
AMBIENTACIÓN: 3.
DIRECCIÓN: 3.
ACTORES: 5.
MÚSICA: 5.

MEDIA: 3,6.

lunes, 17 de enero de 2011

POR MIL DÓLARES AL DIA


Por mil dólares al dia (Per mille dollari al giorno) 1966 España/Italia Director: Silvio Amadio Reparto: Zachary Hatcher, Mimmo Palmara, Pier Angeli, José Calvo, Rubén Rojo, Mirko Ellis, Manuel Gil, Tom Felleghy, Nando Angelini, Corrado Annicelli, Enrique Avila, Maria Burgo, Angel Mendez, Victoria Salcedo, Gabriella Schettini, Bruno Scipioni, Manuel Clark Guión: Silvio Amadio, Tito Carpi, Luciano Gregoretti Fotografía: Joe D'Amato, Mario Pacheco Música: Gino Peguri

Esta coproducción hispano-italiana de 1966 fue la única incursión en el spaghetti de Silvio Amadio, director italiano que terminó firmando productos para la estrella erótica de los setenta Gloria Guida (“Pecados de juventud”, “Il medico…la studantessa”), y que en esta ocasión toma como modelo para la realización de la película a los westerns norteamericanos, aunque viendo el resultado y la pobreza de medios creo que ni tan siquiera se puede hablar de serie b para calificar el largometraje. Los padres de Scott Baker son asesinados por los hermanos Clark ante la negativa a venderles su propiedad, fundamental para el trazado del ferrocarril. Scott, tras ser instruido durante un año en el manejo de las armas de fuego, volverá al pueblo de sus padres convertido en un pistolero para acabar con los tres hermanos que les asesinaron. El film remite a “Por un puñado de dólares” tanto en el título (el hecho es evidente) como en el desarrollo de la historia, ya que el protagonista elabora un plan para conseguir su objetivo, en este caso acabar con los asesinos de sus padres, tendente a ganarse la confianza de los asesinos de éstos, integrándose en su banda y ofreciéndose como guardaespaldas a cambio de mil dólares al día, para ir acabando con ellos poco a poco. Nos encontramos, por tanto, ante la típica historia de venganza que tiene tanto un comienzo prometedor ya que nuestro antihéroe no es un experto en el manejo de las armas por lo que, como en “Manos torpes” dirigida con mayor acierto por Rafael Romero Marchent en 1970, buscará la ayuda de un experto, en este caso un mejicano paralítico, que le adiestrará en, para mí, la mejor parte de la película, como algún aspecto interesante, sobre todo el plan urdido en el que inicialmente jugará con la psicología de los asesinos anunciándoles su futura muerte, pero pronto todo se echa a perder tanto por la dirección carente de ritmo, descuidada y casi impropia de un profesional que da lugar a escenas fallidas y torpemente rodadas como la del ataque de los indios; como por el guión, obra del propio director junto con el habitual de este subgénero Tito Carpi y el mucho menos prolífico Luciano Gregoretti, quienes no supieron o no quisieron desarrollar este aspecto y parece que prefirieron escribir un libreto cargado de tópicos que al final resulta un pastiche en el que todo vale, incluido la aparición de unos indios que se han escapado de la reserva y que, lógicamente, atacan a nuestro antihéroe y al sheriff cuando llevaban a unos de los hermanos Clark para ser juzgado en una ciudad cercana, la típica escena de juicio de una simpleza que sonroja o la no menos tópica historia de amor frustrada que intenta, sin conseguirlo, dotar de una mayor profundidad y trascendencia a la película recurriendo al socorrido tema de la soledad y la maldición del pistolero pero cuyo resultado es varias escenas fallidas, ridículas y que quedan bastante falsas en las que, además, debemos soportar un lenguaje un tanto grandilocuente con frases del tipo de “Soy una mujer llena de amor por ti, prisionera de este odio” que suenan bastante grotescas. Y a todo esto hay que añadir que el guión parte de una premisa que requiere de la complicidad del espectador ya que al protagonista en su vuelta al pueblo sólo le reconocen su antigua novia y el hermano de ésta, a la sazón el sheriff de Stonerill. Hombre que Scott sólo ha estado un año fuera y no era un niño cuando se fue. Como aspectos positivos, muy pocos para mí, creo que hay que señalar el tema principal compuesto por Gino Peguri y cantado por Bobby Solo con claras reminiscencias a otras composiciones clásicas del western norteamericano. La verdad es que no me explico cómo se pudo contar en un proyecto como éste con un cantante que en ese momento gozaba de gran popularidad (fue incluso comparado con Elvis Presley). En cambio, el resto de la banda sonora me ha parecido muy floja. También es destacable la interpretación de José Calvo (uno de esos grandes secundarios del cine español no siempre suficientemente valorados) que hace una composición plena de naturalidad como Carranza un mejicano entrañable y paralítico pero auténtico maestro en el uso de las armas, que le enseñará todo lo que sabe de las mismas y de cómo debe vivir un pistolero a un inexperto Scott. 

Desgraciadamente no puedo decir lo mismo del resto del reparto, ya que el protagonista, un tal Zachary Hatcher, es de los peores actores que he visto en el spaghetti. Junto a él, un inexpresivo Mimmo Palmara, uno de esos actores que cambió las sandalias y las espadas por el colt y el sombrero, dando vida a Steve el honesto sheriff de Stonerill y amigo de los padres de Scott; el argentino Rubén Rojo, en su debut en este subgénero, que, para compensar, lleva a cabo una actuación bastante histriónica como Jason Clark; Mirko Ellis, otro actor con experiencia en el péplum, en el rol de Wayne Clark y una angelical Pier Angeli (actriz italiana con una corta carrera en Hollywood siendo la coprotagonista de “Marcado por el odio”, gran melodrama de Robert Wise ambientado en el mundo del boxeo con Paul Newman, y que terminaría suicidándose) en plena decadencia como la sufrida novia de Scott y hermana del sheriff que intenta, sin conseguirlo, llevar a aquél por el buen camino. En definitiva un flojísimo spaghetti que resulta muy aburrido (ni tan siquiera los tiroteos consiguen ser entretenidos) y que creo es sólo apto para los muy interesados en este subgénero. 


  PUNTUACIÓN:

HISTORIA: 2. 

AMBIENTACIÓN: 3. 

DIRECCIÓN: 2. 

ACTORES: 4. 

MÚSICA: 5. 


MEDIA: 3,2

viernes, 14 de enero de 2011

Alfredo Mayo



Actor de origen español (Barcelona 1911- Palma de Mallorca 1985) cuyo verdadero nombre era Alfredo Fernández Martínez que participó en más de ciento ochenta películas y series de televisión.

Tras estudiar tres años de medicina comenzará a interesarse por el mundo del teatro y entrará a formar parte de la compañía de Ernesto Vilches, un conocido empresario y actor que incluso actuó en Hollywood al comienzo del cine sonoro, personaje que será fundamental en la carrera de Alfredo ya que le dará la oportunidad de debutar en el cine en 1935 con el film “El ciento trece” junto a Luchy Soto, a la que siguió su participación en la coproducción hispano-portuguesa “Las tres gracias”.

Su incipiente carrera se verá truncada con el estallido de la Guerra Civil en la que participará con el grado de teniente en el cuerpo de aviación. Tras la contienda se convertirá en uno de los actores más populares de los años cuarenta y simbolizará como pocos los valores del Régimen en películas con un tono marcadamente propagandístico como “¡Harka!” (1940), “Escuadrilla”(1941) en ambas con Luchy Soto, “Raza” (1942) de J. L. Saenz de Heredia y guión del propio Francisco Franco bajo el seudónimo de Jaime de Andrade, “¡A mí la legión!” (1942) de Juan de Orduña y de nuevo con Luis Peña con el que había trabajado en ¡Harka! o “El santuario no se rinde” (1949).

En los años cincuenta seguirá trabajando a buen ritmo, pero en papeles secundarios, en todo tipo de largometrajes como “La leona de castilla” (1951) típica película histórica de CIFESA dirigida por Juan de Orduña, adaptaciones de obras de teatro como “El alcalde de Zalamea” (1953), “El último cuplé” dirigida en 1957 por Juan de Orduña a mayor gloria de Sara Montiel o “Quince bajo la lona” (1958) típico film de exaltación militar. En los años sesenta, en plena decadencia y con España convertida en un plató internacional aprovechará para aparecer en algunas coproducciones como “55 días en Pekín” (1963) de Nicholas Ray o “Misión en Lisboa” (1965) de Tulio Demichelli. Pero será Carlos Saura el que le devolverá toda su popularidad con dos grandes películas “La caza” (1965) que obtuvo el Oso de Plata en Berlín y “Peppermint Frappe” (1967).

Durante las décadas de los setenta y ochenta trabajará incansablemente tanto en el cine con largometrajes como “El bosque del lobo” (1970) dirigida por Pedro Olea con J. L. López Vázquez como protagonista, “La letra escarlata” (1973) realizada por Wim Wenders y protagonizada por Senta Berger, “Patrimonio nacional” (1981) de L.G. Berlanga, “Bearn” (1983) dirigida por Jaime Chavarri con Fernando Rey o “Luces de bohemia” (1985) que le emparejó con Francisco Rabal y en el que encarnó al Marqués de Bradomín, como en televisión donde alcanzó un gran éxito con la adaptación de la novela de Vicente Blasco Ibáñez “Cañas y barro”.

Su debut en el eurowestern tuvo lugar en 1964 con “Los brutos en el Oeste” de Marino Girolami para aparecer hasta 1973 en siete spaghettis más.

En 1985 moría de un infarto en Palma de Mallorca mientras rodaba la serie de televisión “Tristeza de amor”.
Filmografía SW
1964.- Los brutos del Oeste. 
1965.- El sendero del odio. 
1972.- La selva blanca. 
1973.- La ley del kárate en el Oeste.

viernes, 7 de enero de 2011

UN DÓLAR DE RECOMPENSA


Un dólar de recompensa 1973 España/Italia/Francia Director: Rafael Romero Marchent Reparto: Peter Lee Lawrence, Orchidea de Santis, Carlos Romero Marchent, Andrés Mejuto, Eduardo Calvo, Raf Baldassarre, Frank Braña, Dada Gallotti, Antonio Almorós, Luis Induni, Rufino Inglés, Alfredo Mayo, Lorenzo Robledo, Emilio Rodríguez, María Vico Guión: Rafael Romero Marchent, Luis Gaspar, Fernand Popoli, Jose Luis Navarro Fotografía: Mario Capriotti Música: Nora Orlandi
Tardía coproducción (1973) entre España, Francia e Italia rodada casi en su totalidad en los alrededores de Madrid por Rafael Romero Marchent que me ha parecido muy inferior a otros eurowesterns firmados por este director como “Ocaso de un pistolero”, “Dos cruces en Danger Pass”, “¿Quién grita venganza?” “Manos torpes” o “Garringo”.

Danny Lom es un experto tirador pero al mismo tiempo tiene gran habilidad para el dibujo, por lo que su padre decide vender el rancho y marchar al este con el objeto de que su hijo desarrolle sus dotes artísticas. En el viaje será asaltada la diligencia y únicamente sobrevivirá Lom, que a partir de ese momento sólo tendrá una obsesión, acabar con los asesinos de su padre para impartir justicia. El spaghetti tiene un comienzo prometedor y cuenta con algunas ideas acertadas e incluso originales como son: el hecho de que debido a su memoria visual adquirida a través de la pintura Lom recuerde, como le ocurría a John Philip Law en “De hombre a hombre”, una serie de detalles de los asaltantes (espuelas, cartucheras, sombreros, cicatrices) que tras dibujarlos le serán fundamentales para descubrir la identidad de los asesinos, el desarrollo de la historia en el pueblo más propia de una película de suspense que de un western ya que el espectador va conociendo la identidad de los asesinos a medida que el propio Lom los va desenmascarando, o la forma que tiene de hacer justicia, ya que en el momento en el que tiene la certeza de la identidad de un asesino no lo mata sino que coloca un pasquín ofreciendo un dólar de recompensa (de ahí el acertado título de la película) provocando que sean los propios forajidos quienes se maten entre ellos para evitar ser a su vez descubiertos. Pero estos aspectos positivos se ven lastrados tanto por el guión como por la producción. Así nos encontramos con un guión en el que colaboraron el propio director, el también actor Luis Gaspar y Ernesto Gastaldi, que cuenta entre otros con los libretos superiores de “Como lobos sedientos”, “Tu cabeza por mil dólares” o “El día de la ira”, bastante desacertado, carente de ritmo, disperso, con diálogos pretenciosos y situaciones inverosímiles (cuatro bandidos asaltan un fuerte con una facilidad pasmosa), escenas de relleno que no aportan nada al desarrollo de la trama como la del juicio o la del asalto a un banco y una historia de amor a la que se dedica más tiempo de lo habitual en los spaghettis con lo que se consigue ralentizar aún más el ritmo de la película. Además de partir el film de una premisa bastante inverosímil como es que unos cincuentones, comerciantes en su mayoría, y, por tanto, bastante asentados en la sociedad, se dediquen personalmente a montar a caballo y a llevar una vida de delincuencia asaltando diligencias y bancos. Por otra parte el film cuenta con una producción de Eduardo Manzanos paupérrima, quizás porque en 1973 los spaghettis empezaban a dejar de ser rentables, lo que se traduce en escasas localizaciones, en una pobre ambientación con un pueblo que parece va a caerse a pedazos, en escenas que requerían más extras, como en la que arrían la bandera en el fuerte, y que quedan un poco cutres por la falta de actores e, incluso, en la utilización de planos de otras películas que se insertan en ésta y dan el cante por las diferencias en la calidad de la fotografía, como es el caso del asalto al rancho de Alfredo Mayo en la que se utilizan numerosos planos de “Dos cruces en Danger Pass” e incluso se ve a Miguel del Castillo que interpretaba a Powell en esa película o en el larguísimo, aburrido y confuso tiroteo final en el que también se utilizan planos del citado eurowestern. Además me pareció apreciar planos de “Una tumba para el sheriff” en la persecución de un carromato y de “Un hombre vino a matar” en el asalto al fuerte, pero no estoy del todo seguro Por otra parte Romero Marchent parece un tanto desganado (incluso utiliza el recurso de la cámara rápida en varias escenas) y sólo da muestras de su talento en contadas ocasiones como en la escena inicial, de una gran naturalidad y muy bien rodada, en el que vemos conversar a Danny con su padre, en la paliza que Alfredo Mayo propina a su mujer en la que utiliza la cámara subjetiva o en la pelea final entre Danny y el jefe de los bandidos. 

En cuanto a los aspectos positivos destacaría dos: La preciosista banda sonora de Nora Orlandi con variados temas que van desde los típicos spaghetteros hasta otros de influencia más clásica. El reparto, con un Peter Lee Lawrence bastante convincente en el papel del vengativo e inteligente Danny Lom (no sé si será casualidad pero el nombre en hebreo significa Justicia de Dios, que es lo que pretende hacer él). Junto a él Orchidea de Santis, para mí bastante flojita, como Janet la hija del sheriff de la que se enamorará el protagonista y un aceptable Carlos Romero Marchent en el papel de Lou Stadfort, un rico y enigmático hacendado que intentará ayudar desde el principio a Danny. En papeles secundarios vemos a numerosos rostros familiares de este subgénero que cumplen sobradamente y hacen más llevadero el film, como Frank Braña en el rol de juez, Lorenzo Robledo como el barbero, Raf Baldassarre en el papel del herrero, Luis Induni que abandona su sempiterno papel de sheriff para encarnar al padre de Danny, un maduro Alfredo Mayo como el dueño del saloon y un avejentado Andrés Mejuto como el sheriff y padre de Janet del que inicialmente sospechará Danny. En definitiva un mediocre spaghetti que supuso la triste despedida de este subgénero de un director, Rafael Romero Marchent que cuenta con notables películas en su haber y de uno de sus iconos, Peter Lee Lawrence que, parece ser, al año siguiente se suicidaría al habérsele detectado un tumor maligno. PUNTUACIÓN: HISTORIA: 4. AMBIENTACIÓN: 4. DIRECCIÓN: 5. ACTORES: 6. MÚSICA: 6.

MEDIA: 5.

miércoles, 5 de enero de 2011

Henry Fonda



Actor estadounidense (1905 Nebraska-1982 California) cuyo verdadero nombre era Henry Jaynes Fonda y patriarca de una saga de intérpretes: sus hijos Jane y Peter y su nieta Bridget.

Posee una de las carreras más extensas y exitosas en la historia del cine con más de cien apariciones en la gran pantalla en las que con un estilo sobrio y contenido dotó a sus personajes de una gran profundidad, encarnando como pocos al norteamericano medio.

Hijo de un impresor, sus primeros pasos se encaminaron hacia el mundo del periodismo que pronto abandonó por la interpretación teatral (una de sus grandes pasiones que nunca abandonó) primero como aficionado en el teatro de Omaha, dirigido por la madre de Marlon Brando, y, posteriormente, en Broadway con la University Player donde conocerá, entre otros, a James Stewart y Margaret Sullivan.

Tras protagonizar dos exitosas obras de teatro “I love you Wednesday” dirigida por George Cukor y “The farmer takes a wife” dirigida por Elia Kazan, se le abren las puertas de Hollywood y debuta en “Contrastes” (1935), adaptación de Victor Fleming de la última obra de teatro citada.

Contratado por la poderosa Twenty Century Fox, durante las dos siguientes décadas se convirtió en uno de los actores más estajanovista de la época, participando en todo tipo de géneros con los más grandes directores: Fritz Lang (“Sólo se vive una vez” y “La venganza de Frank James”, segunda parte de “Tierra de audaces” que también protagonizó junto a Tyrone Power bajo la dirección de Henry King), William Wiler (“Jezabel” junto con la gran Bette Davis en su típico papel de malvada), Preston Sturges (“Las tres noches de Eva” extraordinaria comedia en la que padecía los enredos de Barbara Stanwyck), William Wellman (“Incidente en Ox-Bow” un excepcional western en el que se cuestionaba la ley de Lynch y ofrecía una imagen del oeste poco heroica). Pero es sin duda su colaboración con el genial John Ford la que más le va a marcar, así participara sucesivamente en “El joven Lincoln” (genial biografía de los primeros años como abogado de Lincoln), “Corazones indomables”(estupendo western ambientado en el siglo XVIII), la extraordinaria adaptación de “Las uvas de la ira” en la que dio vida a Tom Joad y por la que fue nominado al Oscar, “Pasión de los fuertes” (recreación bastante libre del duelo en el OK Corral),“El fugitivo” (fallida adaptación de una la gran novela de Graham Greene “El poder y la gloria”) y “Fort Apache” (primera parte de la mítica trilogía sobre la caballería en la que interpretó al Coronel Thrusday un clasista y racista militar trasunto de Custer).

En la siguiente década, liberado del contrato con la Twenty, espació sus apariciones en la gran pantalla; no obstante se le pudo ver en grandes películas como la colosal adaptación de la inmortal obra de Tolstoi “Guerra y paz” realizada por King Vidor, el magnífico thriller basado en un caso real “Falso culpable” de Alfred Hitchcock o los notables westerns “Cazador de forajidos” dirigida por Anthonny Mann y “El hombre de las pistolas de oro” filmada por Edward Dmytryk; además de reservarse el principal papel de “Doce hombres sin piedad”, que también produjo y por la que fue nominado de nuevo al Oscar.

La década de los sesenta supone la de su aparición en grandes superproducciones caracterizadas por sus espectaculares repartos como “Tempestad sobre Whasington” y “Primera victoria” ambas de Otto Preminger, “La conquista del Oeste” (una especie de compendio de los temas tratados en los westerns) o las bélicas “El día más largo” y “La batalla de las Ardenas”; además coprotagonizará notables películas como el duro thriller de Don Siegel “Brigada homicida” con Richard Widmark, que dio lugar a una serie de televisión, “El estrangulador de Boston” dirigida por Richard Fleischer y protagonizada por Tony Curtis y el western paródico “El día de los tramposos” de Joseph L. Mankiewicz junto a Kirk Douglas.

En 1968 rodará una de las cumbres del western “Hasta que llegó su hora” en la que, en una gran interpretación, dio vida a Frank uno de los pistoleros más fríos y despiadados, capaz de asesinar a un niño sin pestañear, vistos en un western. Su contribución al spaghetti se completó con su papel de Jack Beauregard en “Mi nombre es ninguno” (1973) film alegórico sobre la muerte del western.

En la década de los setenta sus trabajos son cada vez más escasos y menos interesantes (incluso aparece en varias películas de catástrofes tan en boga durante esa época: “Tentáculos”, “El enjambre” o “Meteoro”).

En 1980 recibió un Oscar honorífico y, por fin, al año siguiente obtuvo el Oscar al mejor actor por su papel en el film “En el estanque dorado” de Mark Rydell, película que, además, le dio la oportunidad de trabajar junto a su hija Jane.

En 1982 moría de un fallo cardiaco este gran actor del que John Ford a una pregunta de una periodista dijo “¿Usted ha visto caminar a Henry Fonda? Pues eso es el cine”.

Filmografía SW

lunes, 3 de enero de 2011

SIETE PISTOLAS PARA TIMOTHY


Siete pistolas para Timothy (Sette magnifiche pistole) 1966 Italia/España Director: Romolo Guerrieri Reparto: Sean Flynn, Fernando Sancho, Ida Galli, Daniel Martín, Frank Oliveras, Poldo Bendandi, Spartaco Conversi, Rafael Albaicin, William Conroy, Tito Garcia, Antonio Almorós, Silvana Bacci, Ivan Bastia, Osvaldo Genazzani, Maruska Rossetti, Anita Todesco, L. Gallo
Guión: Giovanni Simonelli, Alfonso Balcazar, Jose Antonio de la Loma Fotografía: Victor Monreal Música: Gino Peguri

Coproducción hispano-italiana de 1966 dirigida por Romolo Guerrieri, director que ese mismo año había realizado “Johnny Yuma” y al año siguiente nos dejaría la notable “Como lobos sedientos”, que supuso un intento más de aprovechar el éxito del western “Los siete magníficos” (de hecho el título en inglés es “Seven magnificent guns”) no solamente en el título sino también respecto a la historia que se desarrolla en la película y en cómo está estructurada ésta.

Rodrigo Rodríguez es un bandido mejicano que se está adueñando de todas las propiedades de la región presionando a sus dueños para que se las vendan. Interesado en una mina de oro que en su día heredó un joven abogado del Este, chocará con la férrea voluntad del capataz de la mina, antiguo sargento, que contactará con cinco antiguos camaradas con los que participó en la Guerra de Secesión para defender la propiedad.
La película comienza con unos decepcionantes títulos de crédito en los que vemos una serie de fotos y dibujos con un toque naif de los principales personajes que me resultaron ridículos mientras suena el tema principal cantado, bastante desacertado para mí, que no predisponen a favor del spaghetti y que tienen muy poco que ver con lo que veremos a continuación: un western que sin ser ninguna maravilla funciona bastante bien gracias a un guión de Alfonso Balcázar y José Antonio de la Loma sencillo pero eficaz que, como señale anteriormente, sigue el esquema del gran western de John Sturges. 
Así nos volvemos a encontrar con un grupo de bandidos que explotan a la población (en este caso adueñándose de sus propiedades), para defenderse de ellos se contratará, como en su modelo, a varios aventureros en horas bajas (la escena de presentación de los mismos en una especie de feria es de las mejores de la película) y como en el western norteamericano cada uno presenta características diferenciadas, así por ejemplo nos encontramos con un indio, un jugador de cartas o un boxeador, a continuación se adiestrará al dueño de la mina en el manejo de las armas, la doma de caballos, el boxeo o, incluso, a beber que la verdad no se qué tiene que ver (en la película norteamericana se enseñaba a manejar armas de fuego a los mejicanos del pueblo amenazado) y por último tendrá lugar el enfrentamiento final. 
El resultado es una historia poco original pero bastante entretenida que combina acertadamente acción (las escenas de peleas y tiroteos, sobre todo la última en el rancho de Timothy, no están mal), humor (fundamentalmente en la parte de adiestramiento del abogado) y pequeñas dosis de romance, y que no decae en ningún momento. Además se aprecia cierta preocupación desde el punto de vista formal en la labor de dirección de Romolo Guerrieri, cuyo trabajo se puede calificar de más que correcto, aprovechándose también de una cuidada, para lo que era habitual, producción de Alfonso Balcázar; lo que se traduce tanto en las abundantes localizaciones como en el gran número de extras utilizados (sobre todo en la reseñada escena de la feria) y en la correcta ambientación de la película. 

Por lo que respecta a la banda sonora, curiosamente el tema principal compuesto por Gino Peguri funciona mucho mejor en sus distintas variaciones que se pueden escuchar a lo largo del film que como canción. 
En cuanto al reparto, al frente del mismo se encuentra Sean Flynn, hijo del mítico Errol Flynn, un actor de corta carrera cinematográfica desarrollada básicamente en Europa que alternó con otros trabajos más aventureros como guía de safaris y cazador en Kenia o fotógrafo (de hecho en 1970 desapareció junto con su compañero mientras cubría como fotógrafo para una revista la Guerra de Vietnam). En este film no desentona demasiado como Timothy Benson un abogado tímido, civilizado, de modales exquisitos y un tanto petimetre que hereda de su tío una mina de oro en bancarrota que levantará gracias a sus esfuerzos. 
Junto a él Ida Galli, bajo el seudónimo que solía utilizar en los spaghettis de Evelyn Stewart, bastante correcta como Coralie la prometida de Timothy, y Fernando Sancho, en una actuación aceptable pero inferior a otras que le he visto, como el bandido mejicano Rodrigo Rodríguez, un personaje un tanto caricaturesco que viste un grotesco traje blanco y no sólo es hábil con las armas sino que se caracteriza, a diferencia de otros personajes negativos del spaghetti, por su preocupación por obtener las propiedades de forma “legal” obligando a sus legítimos dueños a vendérselas. 
En papeles secundarios como los aventureros que ayudan a Timothy nos encontramos con caras conocidas como Daniel Martín (el único con un personaje un poco más desarrollado que tiene una cuenta pendiente con Rodríguez), Tito García o Spartaco Conversi en el papel del boxeador.  

En definitiva un spaghetti del montón pero bastante entretenido y que por lo menos cuenta con una buena factura técnica.

PUNTUACIÓN: 
HISTORIA: 6. 
AMBIENTACIÓN: 6. 
DIRECCIÓN: 6. 
ACTORES: 5. 
MÚSICA: 5. 

MEDIA: 5,6.